15 de agosto de 2016

Camino de Santiago del Norte: País Vasco

Salimos desde Alicante con la mente llena de ilusiones y las alforjas de nuestras bicis llenas de sueños y bueno también algo de ropa. 
Una nueva aventura está a punto de comenzar. Son las 6 de la mañana y nuestro autobús sale a las 8 con destino Irún. No hemos dormido mucho y los conocidos nervios de antes de iniciar un viaje se dejan caer tímidamente antes de salir. Es la hora de partir, desmontamos y empaquetamos las bicis para meterlas en el maletero del autobús y en marcha. Doce horas de viaje nos quedan por delante.

El viaje pasa rápido y por fin llegamos a nuestro destino inicial Irún. El albergue de peregrinos está cerca de la estación de autobuses y lo encontramos fácilmente. En el albergue nos recibe un amable hospitalero que nos entrega nuestras credenciales que iremos sellando en todo el camino.
A la mañana siguiente preparamos nuestras bicis y nos ponemos a rodar, son las primeras sensaciones con la bici cargada con las alforjas, una mezcla de nervios e ilusión nos invade.


Nos deslumbra el verde de los prados y la belleza de los caseríos por los que pasamos. Notamos algunos cambios en esta preciosa parte del mundo, pueblos mucho más turísticos que antaño y una paz que se respira en el ambiente y que se transmite al hablar con sus agradables gentes. Así es el País Vasco auténtico y con mucha personalidad pero sobre todo afable y hospitalario.

Etapas en el País Vasco
1. Irún-San Sebastián
2. San Sebastián-Zarauz
3. Zarauz-Ispaster
4. Ispaster- San Juan de Gaztelugatxe
5. S. Juan- Portugalete
6. Portugalete- El Pontarrón

Es nuestro primer día y no hacemos muchos kilometros, nos lo tomamos con calma y disfrutamos del paisaje. Salimos de Irún y nos dirigimos hacia Hondarribia un precioso pueblo costero al otro lado de la ría del Bidasoa que separa Francia del Pais Vasco. 


Desde allí comenzamos a subir y subir y subir. Varios ciclistas me animan... muy bien ya casi lo tienes! Ya te queda poco! Y yo pensando... ¿poco para qué? En mi ignorancia sigo subiendo con calma y a mi ritmo, es decir, plato pequeño y piñon grande. Por fin llegamos a lo que es el final del puerto del mítico Jaizkibel. Ya decía yo que esta cuesta no se acababa nunca.


En la cima del puerto las vistas son maravillosas y estamos rodeados de prados con caballos que ondean su melena al viento. 



Una rápida bajada nos lleva directos hasta la pequeña y preciosa localidad de Pasajes. Llegamos hasta la plaza principal en la que ondean algunas banderas de acercamiento de los presos vascos y reclamando la independencia, pero nada tiene que ver a cuando hace diez años visitamos este lugar, hoy el ambiente es muy diferente.


Nos tumbamos a tomar el sol en el paseo de la ría y comemos un poquito para recobrar fuerzas después del esfuerzo. Tras el descanso del guerrero vuelta a pedalear.


En Pasajes cogemos una barca que nos cruza al otro lado de la ría. 
En este embarcadero empezó todo cuando hace diez años vimos a unos peregrinos haciendo el camino de Santiago y metiendo sus bicis en la barca para cruzar la ría. Hablamos con ellos y cuando se fueron, Antonio y yo nos miramos y nos dijimos: "eso lo haremos algún día, debe de ser una experiencia inolvidable". Desde entonces esa idea rondaba en nuestras mentes y hoy somos nosotros los que estamos con nuestras bicis  cumpliendo aquellos sueños que un día sembraron de ilusión nuestros pensamientos. 
Cruzamos al otro lado de la ría y desde allí nos dirigimos camino a San Sebastián. 


En San Sebastian nos alojamos en el albergue municipal de peregrinos, un colegio que en verano lo habilitan como albergue y que goza de una inmejorable ubicación 
en primera línea de la playa de la Zurriola.

Por la tarde disfrutamos de esta maravillosa ciudad que se prepara para sus fiestas, engalanada, elegante y como siempre muy animada, San Sebastián nunca defrauda.


A la mañana siguiente decimos adiós a San Sabastian y nos dirigimos hacia Zarauz. 


Otra jornada tranquila, de pocos kilometros se nos antoja y llegamos a Zarauz a medio día para disfrutar de otro maravilloso día de sol y de sus playas.


Arguiñano si que sabe, en primerísima línea de playa tiene un coqueto y bonito hotel-restaurante con encanto para hacer las delicias de todos los que se pasen por allí.


Llevamos dos días y a este paso van a llegar antes a Santiago los peregrinos que van a pie que nosotros, pero no tenemos prisa. 
Desde Zarauz seguimos por la costa hacia Deba y la costa de Vizcaya que nos habían aconsejado no perdernos. Por esta nueva ruta no hay albergues así que tendremos que dormir donde podamos.


Nuestras jornadas en bici se van sucediendo. Los primeros días recorremos muy pocos kilometros y poco a poco vamos cogiendo forma, disfrutando más sobre nuestras bicis y aumentando los kilometros.
Llega nuestra primera noche fuera del camino y las dudas nos asaltan, dónde dormimos? No llevamos tienda así que haremos vivac. Buscamos una ermita con un pórtico por si lloviera estar resguardados. Finalmente nos desviamos por un camino de tierra y la encontramos, es perfecta una pequeña ermita retirada de la carretera principal, sólo un pequeño inconveniente, no tiene portico y hay una familia haciendo un picnic. Estamos cansados ha sido un día largo y de esfuerzos y no queremos seguir buscando, así que decidimos quedarnos allí. La familia nos acoge como a unos amigos y aunque al principio están algo extrañados de que vayamos a dormir allí, al explicarles que estamos haciendo el camino y que hemos tomado esa variante se vuelven más amistosos. Nos invitan a refrescos y  cervezas y nos dejan un buen trozo de tarta para que desayunemos, deseandonos mucha suerte en nuestra aventura. 

Despertamos con los primeros rayos de luz y al abrir los ojos y vernos allí dentro de los sacos, en mitad del campo junto a la ermita pienso... que bonita aventura.

Recogemos todo y montamos en nuestras bicis. Pedalada tras pedalada vamos avanzando hasta llegar a la impresionante ermita de San Juan de Gaztelugaxe, enclavada en una privilegiada peninsula rodeada de mar. 


Tras una jornada dura buscamos de nuevo una ermita para pasar la noche, esta vez con soportales y sin más dormimos dentro para estar más resguardados.


Desde aquí continuamos hasta Gexto y cruzamos el puente colagante para conectar de nuevo con el camino del norte en Portugalete. Durante estos dos días hemos atravesado playas salvajes y vertiginosos acantilados todo tapizado de un verde deslumbrante. También hemos dormido en las ermitas sin más protección que nuestros sacos de dormir, disfrutando de la libertad de no tener que buscar un albergue ni llegar a ningún sitio. 


Nos cuentan los lugareños que hace años eran pocos los turistas que se acercaban a esta parte del mundo debido a la inestabilidad que vivía la zona, hoy miles de turistas invaden todos los rincones y disfrutan de su rica gastronomía y sus pinchos famosos ya en el mundo entero.




En Portugalete  nos espera una ciudad que nos recibe con un ambiente festivo y alegre. 



Llegamos al albergue de peregrinos y conseguimos coger la última cama que les queda. La ciudad está desbordada de gente y muchos peregrinos ante la imposibilidad de encontrar un lugar donde dormir, se ven obligados a volver a Bilbao para encontrar una cama libre.
Salimos a disfrutar de la algarabía que se vive en la ciudad, desfile de cuadrillas, mercadillos medievales, gigantes y cabezudos, la ciudad vibra con la música y el jaleo.


Por la noche disfrutamos de unos bonitos fuegos artificiales y a dormir, que mañana nos espera otro largo día.
Amanece y la ciudad duerme después de la fiesta, sólo los peregrinos deambulan por sus calles buscando la salida, flecha amarilla, peregrina de indicación… Salimos de la ciudad y decimos también adiós al País Vasco, en breve nos adentraremos en Cantabria.

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