17 de abril de 2010

¡ Feliz 2067 !

¡Estamos en el campamento base del Anapurna!
Han sido cinco largos días y muchas horas de caminata hasta llegar aquí. Desde Nayapul situado a unos mil metros de altitud, punto de inicio de nuestro trekking hemos disfrutado de una experiencia inolvidable que quedará en nuestra mente para siempre. Llegar hasta aquí y vernos rodeados de montañas de siete y ochomil metros nos hace tan pequeños… y nuestras cabezas no paran de pensar que le puede impulsar a una persona a subir allí arriba, a la cima. Los picos apuntan hacia el cielo fragmentados por enormes paredes verticales cubiertas por un manto blanco. Cuando el sol ilumina las cimas reflejan todo su esplendor y vemos recompensado nuestro esfuerzo.

Por el camino muchos recuerdos, las gentes de aquí que con su trabajo han ido moldeando las montañas con terrazas para poder sobrevivir con sus cultivos en estas tierras tan alejada de todo y de tan dura subsistencia. Los porteadores, superhombres, que cargados como animales y por muy pocas rupias llevan a los turistas (los verdaderos montañeros lo llevamos encima, jeje!!) todas las comodidades de las que no pueden prescindir ni unos pocos días, haciendo de ese esfuerzo su forma de vida. Y por último las personas venidas de todas partes del mundo con los que coincidimos en los refugios y con las que compartes conversación, movidos por el mismo amor a la montaña.

De todos ellos, en el recuerdo nos queda la imagen de un hombre mayor, casi anciano que desde Italia y tras doce días de ascensión, ha llegado al campamento base, quizás para sentirse más cerca de su mujer con la cual había recorrido la cordillera del Himalaya en numerosas ocasiones antes de enviudar. Con su libreta repleta de anotaciones y dibujos trazados a lápiz de estas montañas y con la mirada puesta en el Machapucharé, la montaña sagrada, pasa las tardes en soledad, con los ojos vidriosos y lleno de nostalgia pero satisfecho por poder contemplar una vez más esta maravilla de la naturaleza.

Se ha terminado el 2066 y celebramos un nuevo año nepalí entre las montañas más altas del mundo, con la esperanza de que la vida se siga portando tan bien con nosotros y sobretodo que lo sigamos sabiendo apreciar.

Cerca de aquí y precisamente en estos momentos, en la cara norte del Anapurna, quizás la mejor montañera de todos los tiempos, Edurne Pasaban, haya coronado su decimotercer ochomil, pero no lo sabremos hasta que lleguemos a la civilización. Mientras, la placa de Iñaki Ochoa, otro de los más grandes del alpinismo, será testigo a escasos metros de nosotros, en frente de la montaña que le quitó la vida. 
































2 comentarios:

  1. Bellos parajes impresionantes montañas.Te dejan la vista helada por tanta naturaleza nevada.
    ¿Como igualar tanta belleza?.

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  2. Sois maravillosos, pero arriesgáis demasiado; precaución son sitios difíciles.
    Os quiero. Flor de las Nieves.

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