4 de junio de 2011

Takhaet


Cuatro horas en un banco de madera de una sawngthaew son muchas horas para nuestras delicadas posaderas, así que con toda la cara nos sentamos delante junto al conductor para hacer el trayecto hasta Takhaet.

Takhaet parece desangelado y sin ningún atractivo. Para el colmo los alojamientos son inexplicablemente caros. Por la calle nos encontramos con una pareja de jovencitos suecos (parecen no tener mas de 20 años, rubitos, muy monos) que se unen en nuestra búsqueda de alojamiento. Cuando al final encontramos un barato además de ser cutre, tiene un karaoke que nos huele a casa de citas. Así que dejamos a los suecos pero nosotros seguimos. Por fin encontramos uno más confortable donde parece estar todos los mochileros que han parado en el pueblo. Dispone de un interesante libro de notas de otros viajeros con información de rutas para hacer por la zona. La desilusión inicial ha desaparecido y ahora lo vemos todo con otros ojos (lastima por los suecos).


Suena el despertador y nos vamos a buscar una moto de alquiler. A los pocos minutos salimos del pueblo motorizados dirección a una cordillera de montañas kársticas. En pocos kilómetros el paisaje cambia y las montañas están cada vez más cerca hasta acabar rodeados de ellas en un paisaje de ensueño. En un recorrido de 35 km hay por lo menos  cinco cuevas interesantes. 


En una de las más impresionantes, un niño de unos siete años, hijo de unos campesinos que se encuentran trabajando la tierra junto a la cueva, nos hace de guía y nos enseña todos los rincones de la cueva. Un pequeño río se adentra en ella, atravesando la montaña hasta salir por el otro lado. El niño se divierte escondiéndose en pequeños recovecos para asustarnos. Se lleva una pequeña propina mientras los padres miran deseosos de saber cuanto ha sacado su zagal a los “falang” (nombre que usan en todo el sureste asiático para los occidentales).



El paisaje es de tal belleza que no nos cansamos de hacer kilómetros con la moto. Al llegar al pueblo de Mahaxai decidimos dar la vuelta e iniciar el regreso pues nos quedan pocas horas de luz.






De vuelta a Takhet una enorme tormenta nos cae recordándonos que estamos en monzón. Aunque el monzón nos tenía algo preocupados ahora ya sabemos como se muestra. Llueve todos los días pero solo durante una o dos horas, tiempo que parece que el cielo se vaya a caer. Cuando termina  el sol vuelve a apretar. Pero esto no nos impide seguir viajando y disfrutar.

2 comentarios:

  1. Genial las vivencias los comentarios y las peripecias de los niños,que siempre son niños. Que emocionante todo por lo que estáis disfrutando. Flor del Valle.

    ResponderEliminar
  2. Como siempre desde hace ya tiempo os sigo con entusiasmo, para vosotros mi admiración y cariño.!!!

    ResponderEliminar