17 de octubre de 2011

Bali


Quizás cuando uno llega a Bali no encuentra lo que se imaginaba, o quizás sí. Esta isla, conocida por todos, es un destino turístico internacional y cientos de miles de personas vuelan miles de kilómetros desde Europa, América y Australia para pasar aquí sus cortas vacaciones.
Sus playas son bonitas, pero no espectaculares, sus olas son buenas para el surf, pero no las más grandes ni perfectas, sus montañas  volcánicas son interesantes pero no deslumbrantes, sus corales están en buen estado pero no son los mejores del mundo y su religión y tradición cultural es una copia descafeinada de sus originarias.
Quizás sea esto lo que hace de Bali un destino ideal.  Una isla tan pequeña y con tantas cosas para disfrutar, no brilla por nada asombrosamente especial, pero tiene una amplia variedad para no aburrirse en unas vacaciones.


Nuestro primer destino en Bali es Lovina, una población del norte, poco turística y tranquila. El ambiente es agradable y relajado y aunque no hay mucho que hacer, decidimos quedarnos tres días y explorar las playas cercanas.
De nuevo, aprovechándonos de la temporada baja, negociamos un alojamiento de primera por un precio ridículo. Un elegante hotel con bungalows entre jardines con fuentes y esculturas hindús que le da un toque romántico y nos hace sentir como verdaderos ricos.



La playa de Lovina, como en la mayor parte de Bali, es de origen volcánico y su arena es negra. El agua tampoco es turquesa como en otras islas donde hemos estado, aun así, encontramos una zona para bucear con un coral sorprendentemente bonito y en muy buen estado.


En Lovina alquilamos una moto para recorrernos todo Bali durante una semana.
Desde Lovina nos adentramos hacia el interior de la isla y pronto llegamos al al enorme lago de Danau Batur, con unas vistas increíbles de los dos volcanes Gunung Batur y Gunung Abag, dos montañas volcánicas la última de 3.142 metros, un coloso a tan solo 20 km de la playa.


Continuamos hasta el templo de Pura Besaki situado en la ladera del Gunung Agung. Quizás este sea uno de los templos más espectaculares de Bali, por su situación y por su tamaño.





Unas empinadas y largas escaleras marcan la entrada al complejo de templos, donde miles de fieles hindús se apresuran para llevar sus ofrendas a los dioses y realizar sus pujas.



 Es aquí donde descubrimos la verdadera Bali, una Bali muy tradicional y religiosa que sigue conservando sus ancestrales tradiciones. Los hombre visten sariones y sobre sus cabezas un pañuelo de batik. Las mujeres muchas veces de blanco y otras de colores vivos con transparencias lucen también sariones y flores en el pelo. 








Los últimos rayos de sol se reflejan en las terrazas inundadas de los arrozales, el viento golpea nuestras mejillas y desde nuestra moto disfrutamos de los últimos destellos de luz para ver la belleza de este paisaje.
Llegamos a Tirta ganga, nuestro destino final del día, cansados, pero contentos por haber disfrutado de un día maravilloso.  


Los alrededores de Tirta Ganga son bonitos y en ellos puedes ver a los campesinos cortando las espigas de arroz y separando la paja de los granos de forma manual. Poco tiene que ver esta parte de Bali, con la Bali abarrotada de turistas como gambas.


Desde Tirta Ganga vamos hacia Amnapura donde visitamos su Water Palace con bonitos jardines, estanques y fuentes. Cerca divisamos el mar, un mar bravo con olas que rompen con fuerza sobre un muro de rocas.


Desde Candidasa siguiendo la costa llegamos hasta Kuta. De repente parece que estemos en la M-30 de Madrid. Una carretera de cuatro carriles en cada sentido atestada de coches y motos nos acerca a la ciudad más turística de Bali. No sabemos que atrae a tanta gente a este lugar, si serán sus  playas, la oferta de restaurantes o la animación nocturna. En breve lo sabremos.

Cuando llegamos al epicentro de Kuta la primera impresión no puede ser peor: decenas de bares con muy poco estilo llenos de australianos tatuados bebiendo cerveza, callejuelas laberínticas llenas de socavones  atestadas de coches y motos y  aceras rotas ocupadas por puestos de chancletas y camisetas.
La playa está tapada por una tapia que no deja ver el mar. Además no es bonita.

Desde luego Kuta es la antitesis al glamour que uno se imagina de Bali. Sin duda un lugar para salir corriendo.

Al día siguiente partimos temprano hacia el sur de Bali. Quizás esta sea la zona de playas más bonita de Bali. Las playas se encuentran rodeadas de impresionantes acantilados de gran altura, donde hay buenas olas para surfear pero demasiados surfistas disputándose la ola.


Enclavado en lo alto de un acantilado con unas vistas espectaculares se encuentra el templo hindú de Pura Luhur Ulu Watur. En la zona viven unos monos que roban todo lo que pueden a los turistas, botellas de agua, gafas de sol, gorras y hasta la cartera si te dejas.

Perdida entre caminos que se bifurcan una y otra vez, encontramos la playa de Dreamland, una de las  más bonitas de todo Bali, de arena dorada y aguas turquesas.

Tras recorrer algunas de las playas cercanas a Dreamland, decidimos ir hacia Ubud para hacer noche en la que es la población más interesante culturalmente.

Al legar a Ubud el ambiente cambia radicalmente. Restaurantes y bares elegantes, boutiques con estilo, galerías de arte, tiendas de artesanía y antigüedades y alojamientos de calidad es lo que gobierna por las calles de esta bonita cuidad, donde el buen gusto se deja ver en todos sus rincones.


Desde Ubud recorremos en moto los alrededores, llegando hasta el pueblo de Tampaksiring donde visitamos el Gunung Kawi, un santuario escavado en la roca y enclavado en un precioso valle con un rio. El verde de las terrazas de arrozales es deslumbrante y el lugar tiene una belleza que impacta.




Volvemos a Ubud y tras una  buenísima cena regresamos a nuestro Guest House para descansar, pero de camino oímos música en un restaurante-pub, llamado Habana. No podemos creerlo, es una banda en directo con todo un repertorio de canciones de salsa y bachata cantada por indonesios. No puedo evitar entrar y escuchar la música que más me gusta oir y bailar. En la pista están bailando salsa, yo les miro deseando bailar. De repente uno de los chicos del restaurante me pregunta que si bailo y comenzamos a bailar. La música me envuelve y después de casi ocho meses sin bailar, mi cuerpo se mueve a ritmo de salsa. Bailo varias canciones y me siento feliz, Antonio me sonríe y me promete que volveremos mañana con más tiempo.

Después de tres días abandonamos Ubud y no sabemos si habrán sido sus templos, sus paisajes, o su noche a ritmo de salsa lo que tanto nos ha gustado, pero desde luego es una ciudad muy agradable para quedarse varios días.
Desde Ubud nos dirigimos hacia el lago Danau Bratan y el templo Pura Ulum Danau, un bonito templo a orillas del lago.




Tomamos un desvío hacia el lago Danau Buyan y Tablingan. Una carretera escarpada sube en poco tiempo y el clima cambia radicalmente. Pasamos del calor al frio en pocos minutos y una densa niebla nos impide ver el paisaje y los lagos que hemos dejado a bajo.
Finalmente llegamos de nuevo a Lovina nuestro punto de salida y nos sentimos como si hubiéramos llegado a casa. En el Guest House tienen preparada nuestra habitación y subimos a descansar.
Al día siguiente nos espera un largo viaje hasta llegar a Padangbai para tomar el barco que une Bali con Lombok.

3 comentarios:

  1. Hola pareja q lejos estáis ya!Sabéis de cúanto tiempo es el visado máximo para quedar en Indonesia? He leido q es complicado ampliarlo. Es verdad? Si se sale del país y se vuelve a entrar se puede estar de nuevo el tiempo de visado o va acumulando por año natural?

    Nosotros haremos Indonesia a partir de Enero, estoy desenado llegar. Q alegría encontrar por fin un sitio con ritmos latinos de verdad, yo echo tanto de menos la salsa por ahí aishhh...¡Q ganas de poder seguir viajando! Muchos besos a los dos de Maruxiña y Tarramplín!

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  2. Yeni sabes que en Capitán haddock siempre,
    te están esperando para bailar salsa.
    M.M.

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  3. A ti te lo digo gaviota del mar.
    Erase una niña que queria volar,volar y...
    Se que algún día regresaras mi gaviota del mar,
    y te estare esperando con los brazos abiertos
    que al abrazarte, alguna lagrima me resbalara.
    Pero hay algo mas expotaneo,sincero y autentico
    que expresar un sentimiento.
    Este aeropuerto sabe mucho entre tu y yo de besos caricias y abrazos, como flotando volando por el viento. Vuelve a tu nido gaviota del mar y descansa en el un ratito ya.Coje fuerzas y despues emprende a volar. Mamá.

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