5 de septiembre de 2013

Monte Chola- DeGe- Sershu



La noche en Manigange ha sido terrible. El hotel lúgubre, frío y decadente tiene un larguísimo pasillo oscuro con las puertas de las habitaciones a los lados. A final del pasillo unos apestosos baños turcos. A las nueve de la noche apagan el generador que suministraba electricidad a la única bombilla de 25w de mi habitación. En todo el pueblo no hay luz, no queda nadie en la calle, aparente normalidad. Duermo.
A mitad de la noche un estruendoso portazo me hace saltar de la cama. Se empieza a oír una discusión en una habitación alejada de la mía. No sé qué hora es. Los chinos no tienen ningún respeto en los hoteles por el descanso de los demás, hacen todo el ruido posible sea la hora que sea, a eso ya estoy acostumbrado. Pero esto es diferente, los gritos no son los propios de hablar en alto, son más bien chillidos histéricos, le acompaña ruidos de objetos cayéndose al suelo, como si estuvieran tirándose muebles o enseres. A continuación se oyen portazos y carreras por el largo pasillo. Enseguida me viene a la cabeza esas tres palabras tan tristemente repetidas en los informativos de España, violencia de género. Creo que un hombre está pegando a una mujer en una habitación cercana.
Me levanto y pulso el interruptor pero sigue sin haber luz en todo el edificio. Estoy asustado, esto parece una película de miedo.  ¿Debería salir? Los gritos no son de socorro pero evidentemente algo anormal está sucediendo. Me encuentro de pie, junto a la puerta. Mi cabeza no para de pensar. Puede que alguien necesite ayuda, incluso si nadie hace nada podría haber una víctima. Pero si hay un asesino que puedo hacer yo en calzones con mi minilinterna de un led en la mano buscando al asesino en la oscuridad. Y si le encuentro ¿qué le digo? Que más da, si no me va entender. Entonces sin mediar palabra ¿tengo que pasar directamente a la acción? ¿Pero, cómo? si no soy capaz de matar una araña. ¿Y si no es más que unos chinos excesivamente ruidosos? Escucho un último portazo y una desatada carrera por el pasillo. Se hace el silencio. Me recupero de la situación. Vuelvo a la cama. Intento conciliar el sueño. Duermo.
 Me levanto y me subo en la primera furgoneta con destino a DeGe.  Más que el destino lo que me atrae es el camino ya que la carretera atraviesa el famoso puerto de Tro La (Monte Chola) de 5.050 m de altura, uno de los más altos del mundo. Para hacerse una idea de la altura, la famosa carretera del Karakoram en su puerto más alto atraviesa el paso de Khunjerab a 4.800 m, pero en el ranking de puertos sólo se consideran las carreteras pavimentadas, en constante mantenimiento y correctamente señalizadas y esta pista de tierra, llena de baches y sin un solo quitamiedos no cumple ninguno de los requisitos para entrar. 




A la media hora de salir empieza a nevar. Miro hacia arriba y veo en lo alto entre las nubes las luces de una hilera de camiones. Parece que esta carretera llega al cielo y si no hasta la cima. Llegamos al puerto, hace mucho frío y nieva copiosamente. Una chorten y banderas de oración indican que está es una montaña sagrada. Al llegar aquí los tibetanos lanzan por las ventanillas coloridos papeles de oración y entonan cánticos.

 

Hasta DeGe queda una tortuosa bajada de cuatro horas por la misma pista de tierra.

En DeGe visito el Monasterio e imprenta de los sutras o escritos sagrados de Bakong. Se trata de una de las más importantes instituciones cultural y religiosa de todo el Tíbet. Tiene más de 400 años y en su imprenta decenas de trabajadores elaboran los sutras con métodos de impresión tradicional con planchas de madera tallada a mano, tinta y papel. Las 217.000 planchas de madera albergan el 70% del patrimonio literario del Tíbet. 






En el exterior del monasterio decenas de tibetanos haciendo la Kora.
 




El día siguiente lo paso metido en una lata de sardinas con forma de furgoneta. El dueño se propone meter a siete personas y un montón de sacos, maletas y mochilas en un espacio para cuatro. Y lo peor no es que lo consigue sino que yo soy uno de ellos.
Entro en la lata a las siete de la mañana y salgo a las seis de la tarde. Por el camino (si se puede llamar camino) un montón de desprendimientos y muchos tibetanos con enormes rebaños de yaks de vuelta. Han pasado todo el verano  en las altas praderas en sus tiendas nómadas. Ahora las cumbres ya están nevadas y hace frío de verdad, toca volver a los pueblos situados en los valles. Clara señal de que el verano ha llegado a su fin.



 





Llego a Sershu con un enorme dolor de cabeza. No sé si será por los tres mil baches que nos hemos comido (para hacerse una idea del tamaño de los baches, en uno había la cabeza de un tráiler metida dentro, y no es coña), quizás sea por los tres puertos de más de 4.700 metros que hemos atravesado o porque en todo el día solo he comido dos manzanas que afortunadamente compre ayer.
Me apetece un hotel confortable y más si cabe después de la experiencia de la noche en Mandigange, pero en estas poblaciones no hay mucha oferta que digamos y como siempre pasa cuando hay pocos, estos son caros y malos. Curioso, desde que viajo solo me ofrecen habitaciones dobles y me dan las opciones de pagar por una sola cama con la posibilidad de que entre otro huésped y compartamos habitación, o pagar por las dos camas y así tenerla solo para mí.

A falta de una habitación confortable por lo menos busco un sitio donde comer bien. Afortunadamente encuentro un pequeño restaurante donde me hacen unos chaomian (fideos con tomate y tortilla) riquísimos.
Así puedo descansar del arroz que me sale por las orejas.

Recuperado del dolor de cabeza pese a estar a 4.270 m y con la barriga llena me voy a dormir. Eso sí, metido en el saco y con dos mantas por encima.
Puñetera casualidad que debajo de mi habitación hay un Karaoke.


5 comentarios:

  1. Fantástico ,mis niños aventureros, mucho cariño para ambos. Edelweiss.

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  2. Oh, Dios mío.

    Tanto tiempo sin saber de vosotros y acordándome de vosotros, se me ocurre ahora "a ver si en el blog del viaje de la India..." y veo que estáis vivos. Ahora, a leer vuestro blog en orden inverso para enterarme de vuestras vidas.

    ¡Abrazos de oso desde las tierras alcarreñas!!

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  3. Mis adorables niños,como siempre sigo vuestras interesantes aventuras, que no dejan nunca indiferente ,por lo bien expresadas, sorprendentes y arriesgadas aventuras sumamente interesantes. Saludos cariñosos. Lirio del Valle.

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  4. Amigos aventureros, tomar un respiro y descansar un ratito pues tantas peripecias estaréis agotados. Sois adorables os quiero. Lirio.

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  5. Que os puedo decir que no haya dicho ya en alguna otra ocasión, mis adorables niños,fantásticos, aventureros,arriesgados, intrépidos y valerosos viajeros por el mundo. Si y es (que os quiero mucho) Maribel.

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