Experiencias, sensaciones, alegrías, tristezas, todo lo que pasa por la mente del viajero quedará grabado en nuestra memoria para siempre. Dos almas que se juntan para vivir la aventura de la vida
17 de agosto de 2014
Valle de Nubra (Diskit, Panamik-Tegar-Sumur-Kardung)
Después de
unos días de descanso en Leh, el cuerpo nos pide de nuevo algo de acción,
así que levantamos nuestro campamento y nos dirigimos a explorar el Valle de
Nubra, inhóspito e inaccesible durante gran parte del año. El imponente paso
del Khardung La de 5602m, mantiene a los
pueblos del Valle de Nubra totalmente incomunicados con las primeras nieves de Octubre y
sólo se abre unos pocos meses en verano.
Desde Leh, tomamos una furgoneta compartida hacia Diskit, donde pasaremos la noche.
Pasamos varios días relajados y disfrutando del paisaje. Varios kilómetros hacia el noroeste se encuentra la aldea de Hunder, conocida por sus dunas de arena en las que puedes darte un paseo en camello o simplemente disfrutar del lugar como hicimos nosotros.
Unos kilometros más adelante se vislumbran las ruinas de lo que debió de ser en su día una gompa. Hoy sólo queda la estructura maltrecha de alguna casa encaramada en la ladera y alguna estupa que conmemora el fallecimiento de algún monje.
Desde Diskit retrocedemos varios kilómetros para adentrarnos en el Valle de Nubra, bañado por el río que lleva su mismo nombre. El valle se cierra y las montañas se acercan. A lo lejos podemos ver ya las altas montañas de Pakistán y más a lo lejos donde ya no nos alcanza la vista está el imponente y maravilloso K2. De vuelta a Diskit hacemos autoestop y cogemos todo tipo de transportes que nos van acercando a nuestro destino, de allí volveremos de nuevo a Leh.
Desde Leh, tomamos una furgoneta compartida hacia Diskit, donde pasaremos la noche.
La carretera
es una subida larga y constante, donde las curvas se enlazan unas con otras, parece que vayamos a tocar el cielo con nuestras
manos. El pavimento, con muchos tramos de tierra y grandes socabones, impide a nuestro conductor ir a más de 20km/h, menos mal, no quiero ni pensar cómo será la bajada.
Algún
ciclista atrevido se ha aventurado a subir a pedales la que dicen que es la carretera más alta del mundo, pero es duro, muy duro y vemos como
ya en las primeras rampas se han bajado de la bici y pensamos: ¡Dios mío, pero
si acaba de empezar!
Después de
unas dos horas y haber ganado 2.600 metros de altitud por fin
vislumbramos el paso del Khardung La de 5.602m de altitud. Miles de banderas de oración
ondean con el frío viento glaciar de los picos circundantes. Estamos en agosto
y mi cara está congelada, no quiero ni pensar cómo será aquí en pleno invierno.
Miro a lo lejos y diviso los altos picos de Pakistán, no puedo estar segura
pero entre todos ellos uno destaca, quizás sea mi montaña amada el K2. Todo es increíble, aunque
también es increíble la bajada que nos queda.
La bajada es
preciosa. Un paisaje duro, árido y seco contrasta con los fértiles valles que
deslumbran con el verde resplandeciente de sus huertas. Montañas imponentes que
dan respeto, pequeñas aldeas budistas que reflejan con su arquitectura la
dureza de la vida en un lugar como este.
En la zona más profunda del valle, el
río Shyok baña las localidades cercanas dotándolas de agua y de vida. El río
juega por el valle, se ensancha y se estrecha a merced de su capricho y en
algunas partes el agua forma como un gran estuario que lo invade todo.
Aguantamos
la bajada valientemente y por fin llegamos a Diskit.
Diskit es
una pequeña y agradable aldea en la parte baja del valle cerca del río.
Sobre sus laderas, encaramado en una montaña, está el monasterio tibetano de Diskit, una
maravilla para los sentidos. El monasterio conserva todo su
esplendor y colorido tanto dentro como fuera de las salas de
oración.
Son las seis de la tarde y el sol comienza a regalarnos sus últimos
rayos. Nos sentamos a disfrutar de este maravilloso espectáculo que nos regala
la naturaleza un día tras otro. Las imponentes montañas de enfrente empiezan a
cubrirse de sombras y el valle comienza a oscurecer. Sobre el cielo se
mezclan los naranjas y rojos y las cimas
más altas, nevadas asoman como reclamando su supremacía. Un día más la tarde dejará paso a
la noche y poco a poco el cielo se irá
cubriendo de estrellas. En esta parte del mundo no existe contaminación atmosferica y la contaminación lumínica es
casi nula convirtiendo el cielo en un tupido manto de miles de estrellas.
Pasamos varios días relajados y disfrutando del paisaje. Varios kilómetros hacia el noroeste se encuentra la aldea de Hunder, conocida por sus dunas de arena en las que puedes darte un paseo en camello o simplemente disfrutar del lugar como hicimos nosotros.
Unos kilometros más adelante se vislumbran las ruinas de lo que debió de ser en su día una gompa. Hoy sólo queda la estructura maltrecha de alguna casa encaramada en la ladera y alguna estupa que conmemora el fallecimiento de algún monje.
Desde Diskit retrocedemos varios kilómetros para adentrarnos en el Valle de Nubra, bañado por el río que lleva su mismo nombre. El valle se cierra y las montañas se acercan. A lo lejos podemos ver ya las altas montañas de Pakistán y más a lo lejos donde ya no nos alcanza la vista está el imponente y maravilloso K2. De vuelta a Diskit hacemos autoestop y cogemos todo tipo de transportes que nos van acercando a nuestro destino, de allí volveremos de nuevo a Leh.
Etiquetas:
India
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