19 de agosto de 2011

Cameron Highlands


Una lancha rápida nos devuelve a la península malaya. Desde Kuala Besut solo hay autobuses locales a Kota Baru pero para cualquier otro lugar hay que ir en minivan turística. No nos agrada nada la idea pero no nos queda más remedio. Podíamos intentar llegar a las Cameron haciendo autostop pero es una distancia demasiado larga y no hay ninguna ciudad con alojamientos por el camino.

Las tierras altas (Cameron Highlands) es una cadena montañosa con un microclima que las mantiene entre los 16 y 21 grados centígrados durante todo el año, una temperatura perfecta, que hacen que se considere el punto más fresco del Sudeste Asiático. La ciudad fue una antigua estación de veraneo de los ingleses, que al igual que en India construían para escapar de los calores.

La subida a las Cameron no nos gusta en absoluto. El paisaje, seguramente que maravilloso hace unos años con de una densa selva tropical, ahora es un mar de invernaderos al más puro estilo El Ejido, y la deforestación y los desmontes de tierra ganada a la selva han producido corrimientos de tierra que solo pueden controlar con más desmontes, que provocan mayor destrucción.

Llegamos a Tanah Rata (1.524 metros de altitud) todavía con la sal pegada al cuerpo y los pies llenos de arena. En Tana Rata encontramos un guesthouse agradable y por primera vez probamos los dormitorios compartidos, al estilo de los Youth Hostel con backpackers de todo el mundo. La experiencia es buena además la gente es muy respetuosa, nadie hace un ruido durante las hora de dormir.

Allí conocemos un matrimonio muy especial. Son de Nueva Zelanda y deben tener más de setenta y cinco años. Han dado tres veces la vuelta al mundo y han vivido en la India. La mujer tiene unos ojos tremendamente expresivos y una contagiosa sonrisa siempre ilumina su arrugada cara aunque esté hablando de cosas tristes. Me imagino que cada arruga es una experiencia vivida que le ha marcado para siempre (¡benditas arrugas!). Con tantos años y tanto mundo podríamos estar días hablando, lástima que nuestro ingles nos limite un poco.

En estos dos días visitamos las plantaciones de té de Bop y de Bharat. Dos compañías con más de doscientos años de historia, propiedad de familias indias (no podía ser de otra manera, con la tradición que tiene la India). Allí mismo tienen una fabrica-museo donde nos explican el proceso de secado y envasado. El té es la bebida más consumida en el mundo después del agua.
Las plantaciones aquí están perfectamente cuidadas y tan verdes que parece que todas las colinas están enmoquetadas.





También visitamos unos huertos de fresas,  muy típicas de la zona. Allí hablamos con un chico de Bangladesh que trabaja aquí desde hace quince años. Ahora tiene 33, cuando le preguntamos si tiene hijos nos dice que todavía no porque su mujer tiene 13 años. En todo este tiempo solo ha vuelto una vez a su país, el año pasado, para casarse con la “mujer” que le había elegido su madre y que no conocía de nada.

Para movernos por la zona usamos autostop que funciona fenomenal.

Una familia india de Penang nos lleva en dos ocasiones y aprovecha para hacerse fotos con nosotros.

Otro indio nos lleva a una Orang Asli Village, un asentamiento aborigen, en su día en mitad de la selva, pero que hoy en día se encuentra al lado de una carretera súper transitada y rodeados de invernaderos y almacenes de verduras. Las casas son de madera y nos quedamos atónitos cuando en una de ellas con la puerta abierta observamos que hay una mujer tumbada en el suelo, desnuda con las piernas abiertas. Estamos asistiendo a un parto aquí mismo. La mujer está rodeada de otras mujeres quela están ayudando. La curiosidad nos invita a permanecer atónitos con la mirada fijada en esa mujer, pero por respeto continuamos.


Por lo menos este asentamiento ha corrido mejor suerte que otro que hemos visitado anteriormente y que ha quedado totalmente sepultado por un corrimiento de tierras matando a varias personas.
Nos informan que es algo bastante frecuente debido a la deforestación.

Después paramos en una huerta y unas trabajadoras de indonesia nos regalan unas bolsas con pepinos. Solo nos faltan los tomates y la lechuga para la ensalada.


Por las mañanas desayunamos en los restaurantes indios y por las noches vamos a cenar al Ramadán Market, al igual que en Kota Baru. Aparentemente desde fuera parece que todo está en armonía, y aunque en realidad no hay problema entre malayos, chinos e indios, el gobierno es quien hace las diferencias.
Al igual que ocurre en todo país musulmán, todo tiende a radicalizarse más, leyes más estrictas para la población malaya (los musulmanes); pero también se les da a éstos más oportunidades. Por ejemplo en la universidad, los malayos tienen más plazas que el resto y en general debido al deterioro del sistema educativo por las normas islámicas cada vez más estrictas, los chinos e indios emigran a otros países como Australia para recibir su educación.





2 comentarios:

  1. Es impresionante toda la recopilación con tanto
    detalle como la contais de costumbres,creencias
    culturales y sociales de todos los sitios por
    donde pasais,
    con lo mas sencillo haceis reportajes maravillosos
    superando a los mas programados,
    tendrian que pagaros por hacerlos. M M.

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  2. Sencillamente buenisimos.

    Bel.

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