13 de septiembre de 2011

Kuala Lumpur (Malasia) - Medan (Indonesia)


Después de cuarenta y dos días en Malasia, cruzamos el estrecho de Melaka para cambiar de país. Indonesia es el archipiélago más grande del mundo, compuesto por 17.508 islas, de las cuales dos tercios están deshabitadas y muchas ni siquiera tienen nombre; con una población de 250 millones de personas es el país con mayor número de fieles musulmanes a pesar de la “gran” minoría cristiana.
Desgraciadamente Indonesia posee records en lo que a desastres naturales concierne; terremotos, tifones, erupciones volcánicas, y tsunamis ocurren con relativa frecuencia; no olvidar el tsunami de finales del 2004 originado por un terremoto cerca de la costa oeste de Sumatra causando la muerte a 170.000 personas.

Sumatra es la isla más occidental de indonesia y la sexta isla más grande del mundo.
Al llegar a Medan lo primero que hicimos fue irnos. Tenemos sólo dos meses de visa para Indonesia y queremos aprovechar el tiempo al máximo, así que dejamos la ruidosa y contaminada Medan para irnos Bukit Law
ang.
Para llegar a la estación de autobús de Medan tomamos un “opelet” (furgoneta) en la carretera y una mujer nos ayuda para pagar exactamente lo que era, ¡5.000 rupias! De nuevo debemos manejar un montón de ceros pues 1€=12.300 Rupias Indonesias.

 
En la estación rápido nos abordan para ver dónde vamos y meternos en una minivan pero pronto localizamos el bus que tenemos que coger. Nos dicen que queda media hora para salir, así que nos vamos a tomar un arroz para desayunar. Cuando volvemos a los diez minutos ya se ha largado el bus y nos toca esperar dos horas a que llegue el siguiente.

El viaje en autobús, es surrealista: tardamos cinco horas en hacer los ochenta kilómetros a Bukit Lawang. No habíamos salido de la ciudad y el conductor ya había parado cincuenta minutos para comer y otros cuarenta para tomarse un café. Esto no nos ha pasado ni en Nepal, ni en India ni siquiera en Laos, aunque los autobuses tienen la misma pila de años que en estos países.



Lo curioso es que el conductor se baja, deja el motor arrancado y a todos los pasajeros dentro. Esto con una temperatura superior a cuarenta grados. En el interior nadie rechista.
Nos comentan que esto es habitual. No queremos ni pensar cómo serán los trayectos de dieciséis horas que vamos a tener que hacer.

La primera impresión en este nuevo país es muy buena. La gente es muy agradable, en seguida te sonríen, te saludan y te preguntan. Rápido se atreven a usar cuatro palabras en inglés para entablar conversación con nosotros.
Las ciudades son un caos y bastante sucias, nos recuerdan un poco a la India. Los precios de comida, transporte y alojamiento vuelven a ser baratos.
Muchas palabras se dicen igual que en Bahasa malayo y curiosamente alguna se dice igual que en español, como gratis, banco, sandalia.

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