18 de agosto de 2019

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Del 16 de agosto al 18 de agosto de 2019, Laguna de Cocha y Pasto.

Poco a poco abandonamos la selva del Putumayo para acercarnos a la frontera con Ecuador, no sin antes visitar la bonita laguna de Cocha. Este lugar nos recuerda a Noruega por varios motivos, por el frío que hace y por sus cabañas de madera. Tras reunir un grupo de 6 personas nos animamos a tomar una barca para dar un paseo por el lago y visitar la pequeña isla que tiene, que es además el parque nacional más pequeño de Colombia, pero con una gran diversidad de plantas y animales.
La noche es fría, menos mal que debajo de cinco mantas y el saco de dormir podemos sobrevivir a las bajas temperaturas.










Se nos termina nuestro periplo por Colombia y de camino a la frontera con Ecuador, visitamos la ciudad de Pasto donde pretendíamos visitar varios volcanes, pero la suerte no está de nuestra parte y todos han sido cerrados al turismo en los últimos meses por diferentes motivos. Nuestra salida de Colombia se acelera por este motivo.
La última visita en Colombia es el Santuario de las Lajas, una especie de Lourdes o Fátima a la colombiana pero bien merece una parada.
Con pena abandonamos este maravilloso país que nos ha brindado muchas y muy buenas experiencias.






¡Hasta la próxima Colombia!




Del 06 de agosto al 15 de agosto de 2019, Popayan, San Agustín y Mocoa

 Dicen que Popayán es uno de los pueblos blancos más bonitos de Colombia y la verdad no está nada mal, sobre todo si coincide con el festival intercultural de los pueblos africanos. Este evento inesperado le dio un toque más divertido y festivo a nuestra estancia compartiendo baile y música con sus gentes, en su mayoría s origen Africano, descendientes de los esclavos que trajeron los colonizadores españoles.





Desde Popayán nos dirigimos a San Agustín para comocer las ruinas arqueológicas precolombinas. Además San Agustín nos ofreció mucho más pues tiene unos paisajes extraordinarios, con cascadas de ensueño y una población muy agradable. Desde el parque arqueológico de San Agustín realizamos una ruta que pasa por las ruinas del purutal y como colofón final la Chaquira, un mirador con unas vistas increíbles al desfiladero del río y desde donde se pueden observar también varias cascadas.  Caminando por el sendero hacia el Purutal observamos una construcción de madera con techo de paja que parece la típica casa de reunión comunal de los pueblos indígenas, el recinto es un colegio y los niños juegan y rien. Justo al lado hay una casa con bonitas imágenes de indigena pintadas en las paredes. Nos acercamos, y un hombre súper agradable nos invita a entrar. El lugar resulta ser un centro de conservación de la cultura indígena Yanakuna y una chica indígena encargada del proyecto nos explica sobre la labor que realizan. Un niño muy simpático corretea a nuestro lado y nos explica que ha plantado muchos árboles frutales para que en un futuro haya un bosque comestible. A Antonio le encanta la idea y le ayuda a plantar más. La encargada nos cuenta como los niños aprenden Kichua en la escuela y se les enseña a valorar su cultura y respetar sus orígenes. Pasamos medio día conversando y disfrutando con ellos y nos preparan una deliciosa comida que agradecemos muchísimo. Qué gente más increíble se encuentra uno en el camino.












Al día siguiente visitamos el alto de los  ídolos, el salto de mortillo y el estrecho de la Magdalena, todo espectacularmente bonito.

Y de San Agustín a Mocoa. Nos acercamos a la Amazonia. Aquí todos los ríos rebosan agua y sus aguas aún bravas fluyen salvajes y todos terminan en el Amazonas.
En Mocoa nos quedamos varios días, pues hay muchos lugares que visitar de gran belleza.
Nuestra primera visita es a la cascada del fin del mundo, una caminata agradable por la selva que termina en la imponente cascada, en la que con un arnés te aseguran para que puedas asomarte y ver la caída de agua. Es realmente impresionante. 
Otros lugares que también visitamos son la cascada de Hornoyaco y el cañón del Mandiyaco, unas formaciones rocosas que parecen de otro mundo.
Nuestras ganas por ver algo más de cerca la zona amazónica nos lleva hasta Puerto Caicedo una zona realmente azotada por la violencia de las FARC y en su población todavía quedan muchas cicatrices de los asesinatos que cometieron. Desde aquí tomamos una barca que nos lleva río arriba durante unas horas. Durante el trayecto el paisaje es precioso y uno tiene la sensación de estar totalmente en el Amazonas. Esta zona sigue siendo una de las áreas productoras de coca y en los márgenes del río podemos ver algunas plantaciones.
Tras varios días en Mocoa decidimos partir con algo de pena eso sí, por abandonar esta zona tan increíble, para tomar el trampolín de la muerte, una de las carreteras mas peligrosas de Suramerica, estrecha, sin asfaltar y por acantilados de hasta mil metros.




















Del 24 de julio al 05 de agosto de 2019, Medellín, Jardin y Salento

Nuestra visita a Medellín se puede decir que fue rápida, lo cierto es que las grandes ciudades no nos gustan mucho y preferimos dedicarle más tiempo a los pueblos y las zonas rurales. Por eso tras un día en Medellín decidimos continuar nuestro viaje hacia el eje cafetero.
Nuestra primera parada es Jardín un pequeño pueblo con encanto y con mucha vida. Alrededor de la plaza sucede casi todo, las mesas y sillas de colores dan alegría al ambiente y por las tardes todo el mundo se sienta a tomar un tinto (café), o una aromática (té).
Los sábados los propietarios de las haciendas cercanas acuden montados en sus caballos a exhibirse por la plaza.
Los alrededores son preciosos y hay muchas excursiones de un día para realizar.
Aunque en Jardín se está muy bien, lo nuestro es caminar, así que nos lanzamos a hacer una ruta circular de 8 horas para visitar varias cascadas entre ellas la cascada del Ángel. El inicio está más o menos claro pero es aconsejable bajarse el track, ya que hay tramos confusos. A nosotros nos pasó que tras 5 horas caminando, el camino se perdía en la selva y la única ruta posible era atravesar el río y no era muy evidente pero gracias al track pudimos encontrar el camino correcto.



















Otra ruta muy recomendada es a la cueva del Esplendor, una ruta de 8 horas pero merece la pena.
No vemos el momento de abandonar Jardín, además estamos hospedados en un hostal económico y con una buena cocina y Antonio me deleita cada día con un plato diferente.
Tras cinco días disfrutando de este encantador pueblo cogemos nuestras mochilas y nos dirijimos a Salento, en una chiva , un camión para pasajeros pintado de llamativos colores con bancos corridos y sin cristales en las ventanas, toda una aventura.




Del 21 al 23 de julio de 2019, Santa Fé de Antioquia y Guatapé

Santa Fé es un pueblito blanco con casas de estilo colonial. Su plaza es el centro de reunión de locales y visitantes que pasan las horas viendo la vida pasar mientras  toman una aromática o un tinto (cafecito). Desde Santa Fé andamos hasta el puente colgante a pocos kilometros del pueblo.







De Santa Fé nos dirigimos hasta Guatapé, para deleitarnos con sus casas de colores decoradas con motivos tradicionales.
Pero el motivo principal para llegar hasta aquí es vsitar el Peñol, una enorme roca rodeada por un lago laberintico que dota al lugar de una gran belleza. Subir los 700 escalones hasta la parte más alta del Peñol merece la pena ya que desde arriba la panorámica es bien bonita.













Del 17 al 20 de julio de 2019, Capurganá, Sapzurro y La miel en Panamá

No nos cansamos de disfrutar de la costa y aunque ya llevamos unos cuantos destinos de playa no queremos perdernos esta zona tan alejada, frontera con Panamá.
Desde Necocli tomamos una lancha que nos lleva hasta Capurganá y de allí otra a Sapzurro. Es una zona remota, sin acceso por tierra, totalmente virgen. Según nos cuentan esta es una ruta de transito de inmigrantes ilegales, sobretodo de África y Asia, hacia Estados Unidos. Nos sorprende bastante y alucinamos aún más cuando nos explican lo bien organizadas que están los operadores que guían a los inmigrantes para cruzar hasta Panamá ocultos por la selva.
Nuestros días pasan tranquilos visitando playas y rincones de la selva. Sapzurro es un lugar muy relajado y en nuestro alojamiento "La gata negra" Jorge, un venezolano muy agradable que se ocupa de la gestión, hace que nos sintamos como en casa.
Desde Sapzurro se puede tomar un camino que conecta con Capurgana y donde hay un mirador en el que se pueden apreciar las dos bahías.













Es una agradable caminata por la selva hasta el mirador. Tras 20 minutos llegamos a una torre de avistamiento. Un grupo numeroso de jóvenes miran también las vistas. Nos acercamos a ellos creyendo en un principio que eran locales haciendo turismo pero para nuestra sorpresa nos comentan que son de India y  Bangladesh. Charlamos un rato con ellos y les preguntamos sobre su estancia en Colombia, no parecen saber muy bien dónde están, si en Colombia o Panamá, y nos pteguntan que si lo que se ve es Costa Rica. Sus respuestas son contradictorias, unos responden que están de vacaciones, otros trabajando, pero su inglés es muy limitado. Tras un rato compartiendo conversación alguien les llama y desaparecen todos entre la selva por un camino secundario. De repente Antonio y yo nos miramos y tras unos segundos en silencio los dos caemos en la cuenta, son inmigrantes ilegales haciendo la ruta hacia EEUU. Sorprendidos y algo entristecidos nos asaltan las dudas sobre por qué estos chavales se juegan la vida para llegar a un destino donde tampoco les aguarda el paraíso. Después de visitar tantas veces India y también Bangladesh no podemos comprender qué les mueve exactamente a abandonar su país y hacer una ruta tan arriesgada jugándose la vida.
Bajamos del mirador y ambos seguimos con la idea en nuestra cabeza, sólo deseamos que todo les vaya bien.
Desde Sapzurro se puede visitar la playa de la miel en Panamá, y aunque no es espectacular una visita no está de más.
Tras unos días disfrutando de este lugar escondido regresamos a la civilización para dirigirnos hacia Santa Fe de Antioquia.


Del 08 al 15 de julio de 2019, Rincón del Mar y la isla de Múcura

El Caribe colombiano nos estaba esperando y nosotros a él. Playas, palmeras y relax. Rincón del mar es una parada ideal para varios días. El pequeño pueblo con sus calles de tierra, un ambiente festivo y su población en su mayoría negra, descendientes de africanos, nos hace sentirnos en algún lugar de África.






Rincón del Mar vive de la pesca y ahora del turismo. La playa del pueblo es algo sucia y descuidada, pero a pocos metros hacia la izquierda, la playa es más salvaje y limpia y vale la pena pasear hasta el final, atravesar el manglar y encontrar otra playa mucho más cuidada.
Frente a la costa de Rincón se divisan pequeñas islas que forman el archipiélago de San Bernardo y entre ellas Múcura, nuestro próximo destino.
En Rincón disfrutamos comiendo pescado fresco que Antonio prepara a las mil delicias.





Tras varios días en Rincón decidimos tomar una barca que nos lleva hasta la isla de Múcura, haciendo parada en la isla de los pescadores, la segunda más poblada del mundo respecto a su diminuto tamaño, y una segunda parada para bucear y ver el coral. Aunque después de haber buceado en algunos de los lugares más hermosos del mundo es difícil superar lo visto, pero no hay que comparar, sólo disfrutar de este delicado y bonito ecosistema submarino.
Llegamos a Múcura, y la barca nos deja en la playa. El agua tiene un color turquesa cristalino y la arena blanca coralina. Es una isla muy pequeña y está dividida en varias zonas, la playa pública de acceso para todos, el pueblo de pescadores, donde elegimos hospedarnos por ser más auténtico y barato, y la zona de resorts de acceso restringido sólo a clientes. El Hotel Isla Múcura tiene el acceso cerrado a su playa, a la que no te dejan acceder si no eres cliente del hotel, algo que molesta mucho a los locales y al resto de viajeros que no podemos entender el querer apropiarse de la exclusividad de una playa que es de todos. Por eso nosotros no nos resignamos a no poder disfrutar de la playa y primero accedemos por el agua y después directamente por la puerta aunque en un principio se nos niega la entrada.
Nada más llegar la isla nos tenía preparado un regalo. El agua es muy cálida y nos pasamos horas a remojo. Estamos relajados en una pequeña playa cerca de la playa pública cuando de repente vemos algo salir del agua y que asoma la cabeza, no podemos creerlo pero sí, es una tortuga que ha venido a saludarnos. La observamos durante varios minutos salir a respirar hasta que desaparece.























En Múcura la vida pasa tranquila. Pronto nos hacemos al ambiente local de la isla, nos integramos jugando con los niños y hasta llegamos  a formar parte del jurado de la elección de la reina de Múcura.
Aunque nos cuesta decir adiós a esta maravillosa isla, después de seis dias tomamos una lancha hasta Turbo para continuar nuestra aventura.


03 de julio de 2019, Cartagena

Cartagena de Indias es una explosión de colores, un mestizaje de musicas y un derroche de vida y arte en la calle. El ambiente caribeño y costeño se deja ver por todas partes. Esta ciudad colonial fue la puerta de entrada a los esclavos africanos que traían los españoles y eran vendidos en la plaza del reloj. Hoy en día Cartagena es una ciudad elegante y cuidada que rebosa vida y alegría. En el barrio de Getsemanía se puede encontrar alojamientos más económicos que dentro de la muralla y goza de un encanto especial, por eso decidimos quedarnos aquí. Pasear por sus callejuelas es admirar el arte en sus paredes con impresionantes graffitis.























Dentro de la muralla los palacetes y las casas coloniales han sido convertidos en hoteles o comercios con encanto y pasear por sus calles es muy agradable. Los atardeceres desde la muralla o desde el malecón nos recuerda a La Habana, pero con más glamour.
El calor es sofocante y es una buena idea hacer una excursión a playa blanca, una bonita playa de arena blanca y aguas cristalinas a la que se puede llegar en transporte público (mejor no ir en fin de semana).
Los días pasan y cada día descubrimos un rinconcito nuevo que visitar.






Cartagena también cuenta con una playa urbana, no es una maravilla pero cuando el calor aprieta es una buena opción para refrescarse y pasar el día a remojo, eso sí, el agua está tan caliente que uno no siente que se esté mojando.
El color de sus habitantes nos hace recordar que sus orígenes son en su mayoría africanos y por las calles la salsa se mezcla con ritmos afrolatinos.


En el barrio de Getsemaní se encuentra el pub 1968 un lugar genial para ver un espectáculo de salsa con música en directo y bailarines de calidad, la entrada es gratuita y con tan solo tomar una consumición es suficiente y merece la pena.
Por la tarde noche las calles se llenan de arte y bailarines con ritmos africanos, músicos, trovadores, mimos y artesanos animan las calles de esta bulliciosa ciudad.








Después de 5 días en Cartagena decimos adiós a esta bonita ciudad.


28 de junio de 2019, Palomino


En la parte de sur de la Guajira se encuentra esta agradable localidad, Palomino, donde el mar, la selva y los ríos se unen en un mismo escenario.
Aunque aparentemente resulta bastante turístico y sobretodo los fines de semana, Palomino tiene un atractivo especial que engancha. En la playa la mayoría de la gente se concentra a pocos metros de la salida principal pero a cien metros a ambos lados puedes disfrutar de la tranquilidad de una playa casi salvaje y bañarte en el agua dulce del río o en las aguas saladas del mar.











Nos tumbamos relajadamente sobre la arena, y vemos como los pelícanos sobrevuelan en fila la playa. Al otro lado la selva y el río que aunque parece seguro bañarse en esa zona nos aseguran que hay cocodrilos en zonas más interiores.
Desde Palomino también se pueden hacer varias caminatas e introducirte en la selva de la Sierra Nevada de Santa Marta donde habitan varias minorías indígenas como los Koguis o los Arhuacos. Hay algunas aldeas cercanas, la más próxima está a 1.30h de Palomino y se puede llegar caminando y ver las casas redondas tradicionales donde viven, pero las aldeas más auténticas están diseminadas por toda la Sierra ocultas en la selva a varios días caminando, por lo que es un poco complicado llegar hasta ellas.




Los indígenas de estas aldeas no tienen ningún interés en mezclarse y perder su cultura, pero los koguis de las aldeas más cercanas bajan con frecuencia a Palomino o a otras poblaciones para vender productos artesanos que hacen las mujeres o cosechas de plantas que cultivan. El consumo de alcohol forma parte de su tradición , aunque resulta chocante y triste verles deambulan por el pueblo totalmente desubicados y borrachos tras gastarse todo el dinero de lo vendido en alcohol. Los vecinos de Palomimo dicen que los indígenas que bajan de la Sierra son las ovejas negras, que están perdiendo su cultura indigena para adoptar una vida más consumista.
 

22 de junio de 2016, Tayrona playa Los Naranjos 

Después de 10 días, abandonamos Minca y aprovechamos nuestro viaje hacia Tayrona para disfrutar de un último día con Marta y Dani en la playa donde están alojados.
Tras dos horas de bus llegamos a este paraíso de ambiente relajado donde parece detenerse el tiempo. La playa de los naranjos forma parte del Parque Nacional de Tayrona pero solo se puede acceder a ella si estás alojado en los lujosos hoteles de la playa y aunque este no es nuestro caso, Marta y Dani sí lo están y dan órdenes para que nos dejen pasar. Una caudalosa desembocadura une las aguas del río con el mar creando un ecosistema perfecto para diferentes aves. Varios pelícanos sobrevuelan sobre nosotros, increíble espectáculo de la naturaleza. De fondo las frondosas montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta, y al otro lado el mar del Caribe Colombiano.







Tras disfrutar de la playa y el sol Dani y Marta nos invitan a comer en un restaurante precioso con insuperables vistas al mar. Un día perfecto con una compañía perfecta. Espero que nos veamos en Argentina.


Al rico coco











Mascarilla de arcilla, que suave nos quedó la cara. Gracias Marta por tus cuidados faciales.


Abandonamos las instalaciones de lujo de los naranjos y nos vamos a nuestra realidad, a un hostal bastante más humilde pero a 5 minutos del paraíso.


16 de junio de 2019, Minca


Desde Santa Marta tomamos un microbús que nos acerca los 20 km que nos separan del paraíso de Minca.
La carretera sube y sube y en media hora abandonamos el paisaje seco de la llanura para adentrarnos en el verde y frondoso bosque tropical húmedo. Hippys, mochileros y locales se mezclan en la pequeña Minca huyendo del calor de la costa para refugiarse en las montañas.
Si te gusta caminar, en Minca encontrarás un lugar perfecto para recorrer la sierra y bañarte en los ríos y cascadas.
Nuestro alojamiento, el Eco Point Hostel, al lado del río, es ideal para relajarse en una hamaca y ver los colibrís revoloteando.
A la mañana siguiente realizamos una excursión que nos llevará hasta la finca la Candelaria donde se puede hacer una visita guiada sobre la elaboración del cacao y disfrutar de las maravillosas vistas. Para hacer la ruta circular se puede bajar hacia la Poza azul y darse un refrescante chapuzón. 











No nos cansamos de Minca y aunque llevamos aquí una semana todavía tenemos la sensación de que nos queda mucho por disfrutar. Otros lugares que merecen mucho la pena son la Cascada Marinca  y El oído del mundo, siendo esta última la que tiene mayor encanto.
Una grata sorpresa está por llegar. Marta y Dani están fe vacaciones por Colombia. Para más casualidad están muy cerca de Minca y se van a acercar a hacernos una visita. La alegría es enorme y sobretodo cuando estás tan lejos de casa y no esperas encontrarte a nadie conocido ya que las posibilidades son remotas. Juntos disfrutamos del día y a todos se nos queda corto pero muy felices por el encuentro.













En nuestro hotel se aloja también Miren, una vasca encantadora y de lo más simpática con la que compartimos risas y cenas juntos.  





Tras diez días en Minca decidimos visitar ahora nosotros a Marta y Dani en su último día de vacaciones en la playa de los Naranjos donde están alojados.

11 de junio de 2019, Santa Marta

Después de casi 14 horas de viaje en autobús llegamos a Santa Marta.
Nuestro bus nos deja en la terminal, que está a las afueras de la ciudad.  Son las 21h de la noche, y aunque no es demasiado tarde ya no hay transporte local para ir al centro, por lo que tomamos un taxi, además varios viajeros nos han advertido de que la ciudad es algo peligrosa, así que no lo dudamos. A los 20 minutos ya estamos en el centro histórico donde están los alojamientos baratos. Mucha gente tanto locales como extranjeros pasean por las calles y el ambiente es agradable, por lo que respiramos algo aliviados al sentir que no es una ciudad para nada insegura. Tras preguntar en varios alojamientos conseguimos uno económico y bastante aceptable incluso con aire acondicionado, todo un lujo para nosotros, pero que se agradece, en el Hotel Miami.
Santa Marta tiene un ambiente muy caribeño, la música invade cada rincón de la ciudad, salsa, merengue, cumbia, ballenatos alegran a sus gentes. Tenemos la sensación de estar en Cuba, incluso las casas en el centro son de estilo colonial.




Al día siguiente desde Santa Marta tomamos una buseta para visitar una playa cercana, El Rodadero. Esta playa no se puede situar entre las más bonitas desde luego, es como una especie de Benidorm pero en feo, eso sí, uno no tiene tiempo para aburrirse. Entre vendedores ambulantes de comida y souvenires, los que ofrecen tours al parque nacional de Tayrona, las mujeres que ofrecen masajes y los músicos espontáneos dan vida a la playa.




Por la tarde la ciudad bulle, y la gente sale a comer y comprar cosas en los puestos callejeros cercanos al supermercado Éxito. En esa misma calle un matrimonio en un carrito ambulante vende unas pizzas que están de muerte por 3000COP la porción.
Santa Marta nos ha ido atrapando poco a poco y a pesar del calor sofocante conseguimos vencerlo pasando el día en la playa de Taganga.
Es una playa más tranquila que la de Rodadero pero los barcos que parten hacia Tayrona han invadido más de la mitad de la playa apenas dejando espacio. El agua está limpia aunque la playa no es ninguna maravilla alquilamos unas sillas a la sombra y pasamos allí el resto del día de lo más agradable.



7 de junio de 2019, San Gil

Dicen que San Gil es la capital de los deportes de riesgo, nosotros no venimos a practicar ninguno, pero el paisaje aquí es hermoso y en los pueblos cercanos  hay buenas opciones para disfrutar de la naturaleza. Decidimos tomar San Gil como nuestra base de operaciones para hacer excursiones de un día.




Desde San Gil tomamos una buseta a Barichara, el que dicen que es el pueblito más bonito de Colombia. Desde allí iniciamos una caminata de una hora hacia Guane por el Camino real. Las vistas y el paisaje bien lo merecen.












Puede que San Gil no tenga nada especial pero una vez que te haces a la ciudad es muy agradable pasar varios días. El Hostal "La Casona de Don Juan" es una muy buena opción para alojarse, económico y con todo tipo de comodidades para el viajero, cocina, sala comedor, zona para lavar la ropa y un patio de lo más agradable.
Pasear por el mercado y tomarse una jarra de un buen batido de frutas casi regalado es imprescindible.




Un nuevo día en San Gil, hoy vamos a visitar las cascadas de Juan Curí, para ello hay que tomar una buseta hacia Charalá y pedir que pare en las cascadas. La entrada cuesta 9000 COP, pero desde luego merece la pena. Tras una caminata de 20 minutos se llega al primer salto de la cascada de 70 metros, con una magnífica poza en la que bañar se y disfrutar de la naturaleza en estado puro. No hay que dejar de subir hasta el siguiente salto de agua mucho más tranquilo y de gran belleza. Se accede por un senderito bastante empinado.












Sin saber muy bien por qué, San Gil nos ha atrapado, cada día que pasa más nos sentimos como en casa. Hoy decidimos iniciar una excursión a Pescaderito, unas pozas naturales en el cauce de un río. Tomamos el bus hacia Curití y desde allí iniciamos una caminata de 45 minutos hasta las pozas.
Pasamos por plantaciones de café, todavía con el grano verde.


Unas nubes negras amenazan chaparrón y nuestra hipótesis no tarda un minuto en hacerse realidad. De repente unas gotas del tamaño de puños empiezan a caer, sacamos rápidamente nuestros chubasqueros, pero nada puede evitar empaparnos. Hace calor y en poco tiempo ya estamos secos de nuevo. Por fin llegamos a Pescaderito, se escucha gente, música y alboroto en el agua.
Unos enormes pajarracos de aspecto parecido a un buitre nos dan la bienvenida. No podemos verlo todavía pero en nuestras cabezas ronda la idea de que tal vez sea el típico lugar abarrotado. Nos echamos a reír pensando en la idea y con la incógnita llegamos. El lugar es bonito, hay gente quizás más de la habitual por ser domingo pero afortunadamente el lugar no es la broma pesada que nos había gastado nuestra imaginación. Subimos hacia las pozas más altas y cada vez la naturaleza cobra más fuerza y la gente desaparece. Llegamos hasta la última poza donde encontramos un lugar perfecto para relajarnos, bañarnos y disfrutar del paisaje.




5 de junio de 2019, Iza

Este pequeño pueblo es ideal para realizar algunas caminatas por los alrededores y visitar el lago Tota, el segundo lago de altura más grande de Suramerica despues del Titicaca. Según vamos subiendo hacia el lago el ambiente se hace cada vez más rural y humilde, pero la gente sigue siendo muy agradable.

Llegamos al lago y quedamos sorprendidos por su enorme  extensión. Las laderas son verdes deslumbrantes y en un margen del lago se encuentra Playa blanca, una formación de arena reluciente que contrasta con el lago.








Nos tumbamos a contemplar la inmensidad y sin darnos cuenta se nos pasan varias horas. A la vuelta vemos cómo nuestro bus hacia Iza pasa delante de nuestra narices sin darnos tiempo a tomarlo, el siguiente parte en una hora, por lo que decidimos ir bajando por la carretera caminando. No llevamos ni 5 minutos cuando un coche que parece sacado del desguace para y nos invita a subir para llevarnos hasta el pueblo más cercano. En su interior van dos campesinos con sombrero y poncho que parecen sacados de una película de Pancho Villa. Sin dudarlo decidimos confiar en su buena fe y subir. Pasan pocos metros y efectúan la primera parada junto un campo de cebollas, quieren tomar unas pocas. El copiloto que muestra haberse tomado unas copillas de más, nos explica que él es muy conocido en la zona y que es un gran terrateniente siendo la mayor parte de terrenos que vemos suyos, afirmación que evidentemente forma parte de su estado de embriaguez. Bajamos del coche y comienzan a llamar a voces a alguien. A los pocos minutos aparece el propietario y accede a darles unas cuantas cebollas pero hay que sacarlas de la tierra y la operación durará unos minutos. Antonio y yo nos miramos y no sabemos si echarnos a reír o salir corriendo. Parece que coger unas cebollas nos demorará un ratito indefinido, por lo que decidimos seguir caminando. Yo respiro algo tranquila y seguimos nuestra caminata por la carretera. Parece que estamos solos pero miramos hacia atrás y una pequeña mujer comienza a hablarnos. Está interesada en saber de nosotros y nosotros de ella, así que entablamos conversación mientras bajamos hacia el pueblo. Tiene 72 años pero aparenta 150, aunque su cuerpo pequeño y enjuto rebosa vitalidad. Nos cuenta que vive de una pequeña pensión y de la leche que le dan diez vacas. En Colombia la gente es muy agradable y todo el mundo quiere saber sobre nuestra vida y nuestra lengua común nos facilita muchísimo la comunicación enriqueciéndonos mutuamente. Tras casi una hora de caminata pasa la buseta hacia Iza y nos despedimos de nuestra amiga.

Iza es conocida por sus postres de merengue y no nos podemos resistir a la tentación de probarlos.





2 de junio de 2019, Monguí

Rodeado de montañas Monguí es un pequeño pueblo de casas bajas blancas. El clima es frío y lluvioso, pero es normal se encuentra a casi 3.000m.




Pasear por los alrededores es muy agradable aunque duro, ya que todos los senderos tienden a subir y la altura se nota en cada paso.
Tras una bienvenida acompañada de lluvia, el sol empieza a dejarse ver entre las nubes y nos animamos a subir al cerro de Oti, desde donde conseguimos unas bonitas vistas del valle.
Al día siguiente nos preparamos para hacer una larga excursión de 7 horas que sube hasta el Páramo de Ocetá y la ciudad perdida de los muiscas. En principio es necesario subir con guía porque tras varios altercados con los propietarios que han cerrado pasos para impedir entrar a los visitantes por sus tierras, estos han llegado a un acuerdo con el gobierno de dejar entrar a los turistas pero solo con guías locales para asegurarse de que respetan los senderos y la naturaleza.
Nosotros intentamos subir sin guía, pero tras una hora de subida un guarda nos indica que estamos en la entrada al parque y que sin guía no podremos continuar. Finalmente nos agregamos a un grupo y subimos con su guía.
El paisaje se hace cada vez más agreste y empiezan a aparecer los primeros frailejones, una planta endémica del ecosistema de los páramos.









Estas plantas son como una especie de captus, tienen una gran capacidad para absolver y almacenar el agua de la lluvia. Su crecimiento es muy lento, 1 cm al año, y uno de los más longevos cuenta con 600 años y unos 6 metros de altura.
El páramo de Ocetá, fue lugar sagrado de una antigua civilización, los muiscas, que veneraban la naturaleza y realizaban culto al dios del sol. La conexión con la naturaleza de estos pueblos era enorme y desde luego el lugar evoca a la tranquilidad y la meditación.





Tras una larga caminata llegamos al punto más alto 3.856 m, la altura se nota y cada paso cuenta, pero el lugar bien merece la pena.

30 de mayo de 2019, Villa de Leyva

Este precioso pueblo de estilo colonial, tiene el reconocimiento de todo el país como uno de los mas bonitos de Colombia y destaca por su enorme plaza presidid por la iglesia.


Los locales se sientan en la plaza a contemplar la vida pasar y a compartir historias. Nosotros imitamos está sana costumbre y dejamos pasar el tiempo.




Al día siguiente visitamos varios puntos de interés que se encuentran a través de una caminata desde Leyva, La casa de Terracota, el Museo arqueológico y Museo de interpretación de los muiscas, una antigua civilización que vivió por estas tierras.

 El paisaje es bonito y las imponentes villas nos hacen ver que estamos en una zona de alto nivel adquisitivo.

28 de mayo de 2019, Bogotá 

Bogotá es la capital de Colombia, una megaurbe que se extiende a lo largo de varios km. A pesar de ello nuestras primeras sensaciones son positivas. Nuestro alojamiento se encuentra en el barrio de la Candelaria, en pleno centro  histórico, y la verdad no puede ser más agradable. Este antiguo barrio está formado por casitas bajas de estilo colonial. A pocos metros se encuentra la plaza del Chorro de Quevedo,  siempre con un ambiente bohemio y alternativo. Por la noche la plaza se llena de gente y bulle de vida con poetas que cuentan historias, bailarines de salsa que dan alegría con su ritmo y música, y artesanos que venden sus abalorios. Nos sentamos a contemplar toda la fauna y de repente me sacan a bailar. Noto como toda plaza  fija su mirada en mí para ver bailar a la guiri, afortunadamente consigo salir airosa y hasta recibo los aplausos de los asistentes.
Bogotá es una ciudad interesante, y se pueden visitar museos como el de Botero y el Museo del Oro. Pasear por la plaza de Simón Bolívar y subir al cerro Monserrate también merecen la pena.








Al cerro se puede subir en teleférico o caminando por unas escaleras que nos recuerdan a las que construyen los chinos en todas sus montañas. Por supuesto nosotros elegimos subir a pie, que es gratis, eso sí, una fuerte subida de una hora y cuarto hasta llegar al cerro Monserrate, desde donde las vistas de toda la ciudad son impresionantes.




Paseando por el mercado de la Macarena encontramos varios puestos locales con menú del día a buen precio y nos sentamos a comer compartiendo mesa con un paisano. El camarero muy agradable nos anima a que visitemos un pequeño recinto donde se practica uno de los deportes locales que gusta mucho a los locales, el tejo. Este extraño juego consiste en tirar una piedra contra una pared en la que hay una diana con una pequeña carga explosiva que explotará si uno tiene buena puntería.
Tras varios días visitando la ciudad tomamos un autobús que nos llevará hasta nuestro próximo destino la Villa de Leyva.



27 de mayo de 2019, Alicante-Bogotá

Después de casi 6 meses en Alicante disfrutando del sol y la playa, algo dentro de nosotros empieza de nuevo a despertar. La ilusión por vivir nuevas experiencias, por conocer otras culturas llena de nuevo nuestros pensamientos y nos hace volar una vez más hacia países por descubrir. Colombia será nuestro primer destino para abrir paso a un viaje que nos llevará por varios países de Sudamérica.
¡Bienvenidos a esta nueva aventura!



18 comentarios:

  1. Que maravillosa aventura.Buen viaje amigos.Flor.

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  2. Maravillosos paisajes y muy bien los comentarios.saludos.
    Flor.

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  3. Una nueva aventura. Sois muy afortunados.
    Pili

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  4. Gracias por compartir.Mabel.

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  5. Voy descubriendo el mundo ,en compañía de estos jóvenes .besos Amapola.

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  6. Que manera más maravillosa de descubrir el mundo y conectar con lo auténtico.Mabel.

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  7. Te quiero Yeni.Edelweiss

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  8. Estoy leyendo vuestros comentarios y no puedo dejar de hacerlo .
    Me tienes cautivado.Bel.

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  9. Yeni.Eres un ángel,no sólo escribes bien,bailas bien,conectas mejor y encima eres guapa.M.M

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  10. Casi siento que estoy viajando con ustedes.. Éxitos en su viaje jorge la gata negra..!

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  11. Fabulosos estos dos jóvenes.Maribel.

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  12. Preciosos graffitis, preciosa tu. Yeni. M.M

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  13. Fabulosa vuestras descripciones.
    Y como nos transmitis la esencia de los lugares tan maravillosos.
    Edelweiss.

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  14. Simplemente MARAVILLOSOS!!!
    Canela.

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  15. Preciosa aventurera¡¡¡

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  16. Fascinante aventura. Saludos.

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  17. Que maravilla de Fotos!!! Luz.

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