30 de agosto de 2013

Bamei- Luhuo



Vuelve a amanecer otro día lluvioso y tristón. El tiempo está cambiando y el verano se está terminando. En esta zona, donde es difícil bajar de los 3000 m y alguna vez estamos por encima de los 4000 m el otoño llega pronto y con él, las lluvias y el frío.

Hoy mirando el mapa me doy cuenta que me encuentro a tan solo 30 km de donde estaba hace dos semanas, Tangong, encantador lugar donde Yeni y yo pasamos unos cuantos días. No quiere decir que en dos semanas haya avanzado 30km pues calculo que habré hecho unos 1200.

Es día para aprovechar y hacer camino, aunque no me iría nunca de esta zona que tanto hemos disfrutando y que tantas sorpresas nos ha deparado. Y la última antes de irme: he pasado dos noches durmiendo en un pequeño guesthouse de una encantadora mujer que me ha tratado como a uno más de la familia dándome de desayunar y de cenar y sobre todo dándome conversación, eso que tanto se agradece cuando viajas solo. Curiosamente en el Guesthouse estaba yo solo como único huésped, en cambio, cuando venía alguien preguntando por habitaciones, la dueña les decía que estaba lleno. No quería irme de allí sin saber el motivo.

Cuando le pregunté el por qué de la respuesta, me contestó que su madre estaba enferma y que necesitaba silencio. Los turistas chinos son muy escandalosos y solo aceptaba algún extranjero con pinta de tranquilo.
Era admirable ver con la atención y el cariño que trataba esta mujer a su enferma madre.
Hoy cuando me he despedido de ella, me ha dado una patata asada, unos cuantos plátanos y unos dos kilos de manzanas, como si fuera su hijo, me decía que me espera un largo camino (pues le había contado mi propósito). Se lo he agradecido de todo corazon. 

Pero aún hay más, cuando he ido a pagarle con la intención de abonar también las comidas,  la mujer no ha aceptado dinero alguno, por mucho que he insistido ella y su hermana no me han dejado pagar ni siquiera el alojamiento, diciéndome que lo iba a necesitar para llegar a Qinhai.
Nos hemos despedido con un gran abrazo como si fuera su hijo y diciéndome desde la puerta" vuelve algún día, vuelve..."

Aún emocionado he cogido una furgoneta para llegar a Daofu. Al ver desde la ventana la belleza del paisaje he querido bajarme después de consultar el mapa, en un cruce a unos pocos km de una pequeña población con un templo marcado en el mapa. 




  


  
Una vez visitada, mi intención era hacer un tramo de la etapa prevista para hoy andando por la carretera, para seguir disfrutando del paisaje, los yaks y los caballos que hay por las praderas. A los pocos km andados se para un coche junto a mí para decirme que me suba. Ya me cogen hasta sin hacer autostop. Eran de Serxu, una población por la que pasaré dentro de unos días. Me han dado el número de teléfono para que cuando pase por allí les llame.
 
Estoy muy agradecido con la gente tan buena que me estoy encontrando por el camino.



2 comentarios:

  1. Bueno estoy leyendo vuestro blog y no es por menos que me quede anonadada , de como una familia puede acoger de tan buen modo a un solitario trotamundos perdido por la inmensidad del universo. Me emociona saber que quedan personas tan bondadosas.Tenéis que volver para hacerle saber lo agradecidos que estáis.Me encantan vuestros relatos,besitos Flor del valle.

    ResponderEliminar
  2. Que templos mas bonitos, que carreteras mas infernales, que gente mas maravillosa y que !!!comentarios mas fabulosos!!!. Jazmín.

    ResponderEliminar