24 de septiembre de 2016

Camino de Santiago: Camino Sanabrés. Santiago- Zamora


Iniciamos una nueva etapa en nuestra andadura, el camino Sanabrés. No tenemos mucha información sobre albergues o sobre la ruta, así que tendremos que ir improvisando según la marcha. Además tampoco va a ser fácil ya que vamos en sentido contrario a Santiago y se nos va a hacer complicado seguir las indicaciones de la flecha amarilla que tanto nos ha ayudado en el camino del norte, pero bueno, nadie dijo que esto fuera a ser un camino de rosas.

No sé porque inconscientemente en nuestra mente está la idea de que ahora ya es todo cuesta abajo, será porque en el mapa de España vamos hacia las provincias situadas más al sur… pero la realidad es bien diferente.

Nada más salir de Santiago comenzamos a atravesar pequeñas poblaciones con un aire muy rural, desconocidas para nosotros. En algunas zonas incluso siguen arando el campo y utilizando a los bueyes como animales de trabajo.

 

Calzadas empedradas, puentes romanos, el camino Sanabrés se nos muestra como una grata sorpresa a la vista.

 





La experiencia de hacer cicloturismo nos está encantando y aunque estamos gastando muy poco, queremos prolongar este viaje al máximo y eso pasa por reducir gastos, y una de las cuestiones a tener muy en cuenta es eliminar el gasto del alojamiento, ya que comer hay que comer y de ahí no lo vamos a recortar. Así que decidimos probar suerte y hacer acampada libre. Nos es fácil elegir un buen lugar para poner la tienda, ya que en España está prohibido hacer acampada libre, es necesario buscar un sitio discreto y seguro para poder dormir lo más tranquilo posible y no verte sobresaltado en mitad de la noche por la guardia civil o por algún indeseable  que quiera molestar.

Atravesamos el puente romano de Taboada, en Lalín, el lugar nos seduce. 


 


Casi oculto por la vegetación parece surgir de un lugar mágico integrado en el paisaje. En un recodo del camino pasado el puente, encontramos un lugar perfecto para colocar nuestra tienda. Acompañados por del sonido del agua, cae la noche y con ella el frío. Son las nueve de la tarde pero ya es de noche, así que montamos la tienda y tras cenar algo nos vamos a dormir. Pasamos la noche bien,  más o menos hemos descansado, aunque bueno,  es inevitable estar algo intranquilo ya que esto no es un camping y por la noche todos los sonidos, de animales, de las hojas al caer, del  viento se agudizan para dar paso a que la mente y la imaginación se imaginen millones de historias para no dormir…




Estamos en Galicia tierra de hórreos, y Antonio se fascina con ellos, más grandes, más pequeños son realmente una construcción extraña pero muy especial en esta zona.

Comienza un nuevo día, el calor aprieta y el paisaje se hace cada vez más árido, poco a poco vamos abandonando las ondulantes verdes montañas gallegas, para dar paso a zonas más llanas y con menos vegetación. No sé qué me pasa, pero hoy no tengo muchas fuerzas, tengo calor, y no hemos desayunado porque no nos quedaba nada de comida y encima hoy es domingo y eso significa que todos los supermercados están cerrados. Estoy cansada y lo mejor es parar y descansar un ratito, así que saco mi esterilla y me tumbo en un lado del camino, a los pocos minutos me quedo dormida. No hay nada mejor que una siestecita para continuar, aunque hoy tengo el día vago y a los pocos km encontramos un restaurante y decidimos pegarnos un homenaje, mmmmmm, qué rico!


 



Nos hemos puesto hasta arriba y claro, ahora no hay quien nos mueva, jajja, aún así finalmente llegamos a Cea, ya casi al anochecer y nos instalamos en el bonito albergue que hay en esta localidad. Nos damos una buena ducha de agua caliente, cenamos y a dormir.






 

 

Llevamos todo el día pedaleando y llegamos a Orense, la idea es hacer noche en esta bonita ciudad. Son las tres de la tarde y hace un calor horroroso, queremos conocer el casco histórico, pero tras hacer un reconocimiento rápido por los monumentos más importantes, nos sentamos en un banco a la sombra a esperar que baje el calor.

 





Nuestra inquietud es incesante y después de descansar unas dos horas decidimos seguir camino. Los días son largos y calurosos y las mejores horas para pedalear son a partir de las cinco de la tarde cuando el sol baja un poco y no quema.

De nuevo no tenemos un destino claro para dormir, así que decidimos tirar y parar cuando estemos cansados y poner de nuevo la tienda en algún lugar tranquilo.

Se nos echa casi la noche y no encontramos un lugar adecuado para acampar, nos metemos por caminos y buscamos un posible lugar pero ninguno nos convence. Últimos rayos de sol, hacemos un último intento, sino tendremos que continuar hasta el pueblo más cercano con albergue, pero justo en ese momento, lo encontramos, es perfecto, al lado de un río y un molino de agua es un lugar tranquilo y agradable.

Por la mañana todo es diferente y los misterios y temores de la noche desaparecen con la luz del día, todavía debo acostumbrarme a dormir en acampada libre, pero el cuerpo está tan cansado que al final duermes en cualquier lugar.

 


Estamos cerca de Xunqueira de Ambía y nuestra intención es llegar hoy hasta Campobecerros para dormir en el albergue, pero ya veremos lo que nos depara el día.

 



 

El paisaje se hace de nuevo espectacular, pequeños pueblos perdidos entre los montes gallegos y que parecen abandonados en el tiempo.

 
 



Pueblos que desprenden historias de tiempos pasados mejores en los que los niños corrían por sus calles e inundaban con sus risas todos los rincones, hoy según nos cuentan algunos habitantes, los pueblos están despoblados, sólo algunos abuelos deambulan viendo como su pueblo se pierde en el olvido y la amenaza de un AVE que aunque con sus obras paralizadas,  poco a hecho por ellos más que destrozarles el paisaje y dejarlos incomunicados al quitarles los trenes regulares que los unían con Orense u otras localidades más grandes.


El despilfarro de dinero para obras inútiles se da como una constante en toda España. Sólo la alegría de los peregrinos que pasan por allí les ilumina la cara con una sonrisa y nos cuentan historias de cómo han conocido a peregrinos de todas partes del mundo sin hablar una palabra de inglés y de cómo los han atendido cuando la lluvia y la nieve han hecho acto de presencia.

Es bonito pasar por estos pueblos y compartir historias de vida con los más mayores que como siempre nos dan lecciones de humanidad en un mundo que hoy se muestra tan deshumanizado. Gracias a todos ellos por sus conversaciones y su tiempo.



Finalmente llegamos a Campobecerros, el día ha sido largo y duro y las subidas constantes pero como siempre ha merecido la penas, nos pegamos una ducha y todavía nos quedan fuerzas para hacer una corta visita por el pueblo, que son tres casas. En el pueblo no hay supermercados pero sí un bar con una pequeña tienda donde podemos comprar una cena de supervivencia, es decir pan y algo de embutido o queso. A la salida del bar un amiguito nos espero… es un sucio perro al que nadie hace ni caso y que con humor los del pueblo han llamado Barrabás. Está sucio y es muy pesado y nos sigue a todas partes por el pueblo despertando finalmente nuestra ternura hacia él.  Nos vamos a dormir con la satisfacción de haber vivido un día maravilloso.

A la mañana siguiente preparamos nuestras bicis y allí esta esperándonos en la puerta del albergue, sí, es Barrabás. Comenzamos a subir por una carretera con curvas y en mal estado vamos despacito y Barrabás nos sigue.




Vamos tomando altura y el paisaje es precioso, Barrabás sigue con nosotros, parece que se ha encariñado de nosotros y nos quiere acompañar en el camino. 

Tras casi dos horas nos cruzamos con algunos peregrinos que van hacia Campobecerros a los que explicamos que el perro pertenece a ese pueblo que se lo lleven, pero no hay manera, el perro nos sigue de forma insistente, incluso un peregrino le ofrece su bocadillo de jamón para tentarlo y que se vaya con él, pero tras comerse el bocadillo se viene con nosotros.

 


 

Comenzamos la bajada y tal vez aquí podamos despistar a Barrabás, pero el perro corre y corre pegado a nuestras ruedas, hasta que finalmente suponemos que agotado le perdemos de vista y unos peregrinos nos dicen que en Campobecerros se han enterado y lo han ido a buscar con un coche, me imagino los azotes que le darían al pobre perro por querer vivir también su aventura.

 


Llegamos a Lubián donde pasamos la noche en el albergue, un misterioso pueblo rodeado de historias pasadas sobre los templarios. Sus bonitas casas de piedra esconden bajo sus muros historias secretas, cruces templarias y símbolos que en otra época marcaba la identidad de las casas.

 


Partimos desde Lubián y pasamos por el bonito pueblo de Puebla de Sanabria, y después continuaremos hacia Mombuey, otro emplazamiento templario que se hace notar en su iglesia y su emblemática torre en la que se pueden observar detalles curiosos como la cabeza de un buey.   




 

 

 

Estamos sentados en la plaza contemplando la iglesia y comiéndonos una rica empanada tamaño XXL que hemos comprado. A nuestro lado se sienta el párroco de la iglesia con el que mantenemos una entretenida conversación sobre la historia del pueblo y la iglesia.

El albergue es pequeñito pero acogedor en una casa de piedra con un estilo muy rural, básico, pero suficiente.




 

Amanece en tierras gallegas y de nuevo nos acompaña otro día con cielo azul. Estamos en una zona de ciervos y decidimos hacer una ruta alternativa a la marcada por el camino de Santiago. Primero visitamos un impresionante lago rodeado por un parque nacional por el que transcurrimos con nuestras bicis por una vía verde. 

Vemos algunos ciervos y quedamos impresionados por el lugar.

La jugada nos sale bien, así que decidimos llegar hasta Tábara por otra vía verde alternativa al camino, solo se nos pasa un pequeño detalle en la descripción pone, dificultad, muy difícil. Antes de coger la vía verde tenemos que buscar un camino que una las dos vías verdes, miramos en google maps y los dos parecemos tenerlo claro hay un camino que las une, perfecto.

A partir de este momento comienzan los problemas. Cogemos una carretera circular que solo lleva a una presa y a ningún otro lugar, por lo que se nos ocurre la genial idea de subir por un sendero con una valla rota que pone propiedad privada no pasar. Solo será un trocito muy pequeño, unos  500m como mucho y después saldremos al camino que enlaza con la siguiente vía verde que pretendemos coger. El camino empieza bien como siempre pero a los pocos metros el camino comienza a difuminarse entre la maleza.

 

Nos bajamos de las bicis, casi no podemos ni pedalear, el camino se ha convertido en una enorme extensión de hierba seca recién cortada que nos impide pedalear. Los hierbajos miden como medio metro cada uno, forman una especie de paja que se mete por las ruedas  y los frenos bloqueándolo todo.

Llevamos media hora y creo que estamos perdidos y para más historia estamos dentro de una propiedad privada, una dehesa con ganado suelto. Comenzamos a perder un poco la paciencia, no sabemos dónde estamos y tenemos miedo de encontrarnos a un toro o una vaca que nos mire fijamente y nos arremeta con sus cuernos, y encima voy de rojo, mierda, soy un blanco perfecto, tenemos que salir de aquí, pero por dónde. Miramos a lo lejos y solo veo campos y campos, qué agobio. Bien, al fondo vemos una casa, seguro que esa es la entrada y tendrá una salida hacia el camino que buscábamos. Nos acercamos a la casa pero con sigilo, Antonio va delante, todo va bien, pero de repente se da la vuelta y me dice vámonos corre, hay un perro en la puerta, si nos ve nos atacará. Noooo, salimos corriendo con nuestras bicis en sentido contrario a la casa, pero hacia dónde vamos…, además casi no puedo avanzar las malditas hierbas se meten por todas partes.

Tras dar vueltas en círculo sin llegar a ningún lado, decidimos retroceder y salir por donde habíamos entrado aunque esto suponga perder como dos o tres horas de regreso.

El día todavía no ha terminado, pero bueno ya nada más nos puede pasar, no…

Finalmente cogemos la segunda vía verde para llegar hasta Tábara. La vía empieza muy bien, un camino de tierra pero llano que se hace cómodamente. A los pocos Km comienza a cambiar, y las cuestas se empiezan a hacer cada vez más pronunciadas hasta llegar a tenernos que bajar de la bici por la dureza de la pendiente. La vía verde enfila por mitad de la montaña, por lo que parece ser un cortafuegos. No puedo más, comienzo a empujar la bici pero con las alforjas no es nada fácil. Hoy parece que no es nuestro día, finalmente abortamos la misión y decidimos coger una carretera hasta Tábara, eso sí, dando una vuelta increíble y teniendo que atravesar un puerto de montaña.

 


Llegamos a Tábara casi a las 19.30 destrozados, pero el día no podía terminar mal y unos agradables hospitaleros nos invitan a entrar, darnos una ducha de agua caliente que nos sienta genial y sentarnos a la mesa para cenar como una gran familia. El albergue de Tábara es otro de los pocos albergues de peregrinos que siguen manteniendo el espíritu peregrino de antaño, es de donativo y te ofrecen desayuno, cena y alojamiento. Muchos peregrinos piensan que donativo significa gratis, pero seamos agradecidos y justos, sobre todo con este tipo de albergues privados que funcionan gracias la amabilidad de los hospitaleros y las donaciones de los peregrinos, así que, no debemos olvidar dar nuestra donación por lo que creemos que cuesta lo que hemos consumido.

En el albergue de Tábara los hospitaleros me regalan un collar con una pequeña concha del camino que me acompañará el resto de mi viaje.


Hemos terminado el camino Sanabrés, a partir de ahora comenzamos la Vía de la Plata que nos llevará de Zamora a Sevilla.

1 comentario:

  1. Qué experiencia tan impresionante y qué fotos más bonitas

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