2 de abril de 2017

Cataluña

Un viento horrible nos acompaña hacia Tortosa, menos mal que está vez sopla a nuestro favor. El enemigo invisible del ciclista esta vez se alía con nosotros, la Tramuntana.
Toni está algo tocado de la rodilla y llega a Tortosa con molestias. Afortunadamente hemos conseguido que un chico, Marc, nos aloje en su casa a través de la app de Wharmshowers. Marc no está en casa y le ha dejado la llave a sus vecinos para poder hospedar cuando él no esté, ya que salvo algunos fines de semana que viene, su residencia está en Badalona.
Una casa entera para nosotros con todas las comodidades, no nos lo podemos creer. La generosidad de Marc nos abruma y nos invita a quedarnos en su casa todo el tiempo que queramos hasta que Toni se encuentre mejor de la rodilla.
Nuestra entrada es triunfal, sus vecinos nos dan la llave y nos invitan a cenar en su casa, tras descansar un ratito. Al día siguiente, día de descanso y  recuperación, hay que recobrar fuerzas. Tortosa tiene mucho que ver, el imponente Ebro que baja con fuerza y bravura y un bonito centro histórico que por supuesto merece una visita, al igual que el Parador que en lo alto controla todo lo que pasa en la ciudad.







Tercer día en Tortosa, otro día sin pedalear y por qué no, ya va siendo hora de algún capricho, así que llamamos a los vecinos de Marc y les invitamos a tomar un buenísimo chocolate con churros en pleno casco histórico.



Nuestra estancia en Tortosa ha sido muy agradable, pero el viaje debe continuar.



De Tortosa a Cambrils. Toda esta costa me trae muchos recuerdos de mi infancia, Cambrils, Salou, Miami playa, eran lugares en los que veraneaba con mi familia dejando las montañas del Pirineo donde vivíamos para buscar el calor y el sol de la playa. Un día precioso nos acompaña, casi veraniego. El mar tiene un azul intenso y el cielo deslumbra con su luminosidad, qué maravilla, así da gusto pedalear.





Tras pasar una noche en Cambrils nos adentramos en Tarragona en busca de un poco de cultura. Los vestigios romanos nos transportan a nuestros orígenes, y Tarragona es una buena representación de ello.



De nuevo la suerte se cruza en nuestro camino y en Tarragona un chico de Couchsurfing nos va a alojar en su casa. Aitor es realmente encantador, tranquilo, educado y muy acogedor, además es un gran amante de las bicis y su casa está llena de bicis. Nos muestra una parte de su colección, clásicos del ciclismo y reliquias reparadas.
Tras acomodarnos en su ático, una sala que está preparando junto a su pareja para dar clases de yoga, nos vamos a recorrer la ciudad.



Paseando por el casco histórico y visitando el anfiteatro romano, uno puede hacerse a la idea de la grandiosidad de esta civilización.



Junto con Aitor y su novia disfrutamos de una deliciosa cena preparada por Toni y conversamos sobre viajes y experiencias. Aitor práctica acupuntura y se está formando para ejercer profesional. Al día siguiente antes de nuestra partida le dá una sesión de acupuntura a Toni en la rodilla para ver si le libera de sus dolores. Tras la sesión, marchamos hacia Vilanova y la Gretu que será nuestra próxima parada.





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