20 de febrero de 2018

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20 de febrero de 2018
Adiós Bangladesh

Bangladesh no ha sido un país  fácil, la contaminación, la masificación de gente allá donde vayas, las largas distancias en bus, las ciudades polvorientas sin ningún interés... En fin, un sin fin de situaciones surrealistas. Pero debemos decir que cuando todo se complica es cuando más aprecias una sonrisa o una persona siempre dispuesta a ayudar. Así es Bangladesh una rosa que crece entre la basura y que te hace recordar que por muy difícil que sea la situación siempre cuentas con la hospitalidad, la generosidad y las ganas de ayudar y de agradar de un país que intenta abrirse paso entre la humildad y la pobreza. Bangladesh nos ha enseñado mucho, sobre todo a trabajar la paciencia, y sobre todo ha sentirnos felices y afortunados sea cual sea la situación que te haya tocado vivir. Así es la gente de Bangladesh humilde pero con un gran corazón.





17 de febrero de 2018
Sreemangal

Una última sorpresa nos tenía reservada Bangladesh. Tras recorrer los alrededores de Sreemangal rodeado de plantaciones de té, nos perdemos por las callejuelas de un pequeño pueblo donde conocemos a Rhana, un chico de unos 22 años que nos acompañará a lo largo del día. Habla algo de inglés y juntos compartimos una agradable caminata. Por la tarde nos invita a conocer a su familia y tomat algo en su casa. Como siempre la hospitalidad de la gente de Bangladesh es increíble.
Nos despedimos de Rhana pero una última sorpresa nos aguarda. Nos comenta que esta tarde hay una fiesta de despedida de soltero de un amigo y que estamos invitados y que le encantaría que asistiéramos. No podemos negarnos a la invitación y para su agrado le decimos que asistiremos.





11 de febrero de 2018
Saint Martin's Island

Desde Cox's Bazar tomamos un autobús que nos lleva hasta Teknaf y desde allí cogemos un barco hasta la isla de Saint Martin.

Poco se sabe sobre los Rohingyas, una minoría étnica musulmana que habita en Myanmar y que se ha visto obligada a huir a Bangladesh por la violencia que se ha desatado contra ellos por parte del ejercito de Myanmar por ser de una religión diferente a la predominante en el país. Más de 700.000 refugiados rohingyas deambulan por los campamentos provisionales que se han creado y que se encuentran a ambos lados de la carretera que va a Teknaf. Entre la tristeza de esta catástrofe, sorprende como los niños siempre ponen una nota de alegría al drama, y tras su seriedad inicial a la más mínima te regalan una sonrisa.

Varias ONG y ACNUR, se han apresurado en organizar los campos de refugiados, creando casas con bambú y techos de lona, hospitales provisionales, puntos de reparto de comida y de registro de los nuevos refugiados. En breve tendrán que afrontar el monzón donde todo se complica más si cabe.

Cogemos el barco y varios niños se nos acercan y nos enseñan sus carnets de refugiados rohingyas, nos piden dinero, cosa que siempre implica un dilema moral.



Sabemos que no les falta comida y que tienen cubiertas las necesidades más básicas, pero su situación de refugiados los ha dejado totalmente desprotegidos. También sabemos que dando dinero ee fomenta la mendicidad pues el resto comenzaría a hacer lo mismo, pero en este país mucha gente se encuentra en los humbrales de la pobreza, y no es fácil mirar hacia otro lado, por lo que en ocasiones les damos comida.

Llegamos a Saint Martin,  parece un lugar tranquilo y agradable, por lo que auguro que estaremos varios días.



Nos adentramos en la isla y tras preguntar en varios alojamientos un poco caros, un niño de unos doce años capta nuestra atención y nos dice que su familia tiene alojamiento para nosotros. Es una habitación básica, pero más que suficiente, acordamos con el chico el precio y nos quedamos allí.


La familia la forma, el padre al que sólo vimos una vez en cuatro días, la madre muy conservadora, dos hermanas y el chico. La comunicación es difícil pues no saben nada de inglés, pero cuando la intención es buena sobran las palabras y entra en juego el lenguaje universal con gestos, expresiones y demás. Poco a poco las chicas se van abriendo conmigo y me invitan a pasar a su casa y compartir el tiempo con ellas. Me presentan a sus vecinas, y casualmente uno de los hermanos es un chico con el que estuvimos hablando ayer en la playa. Nos reímos bailando y me maquillan, no quieren que nos vayamos y me piden que nos quedemos más tiempo.










Como en toda Bangladesh, en esta isla también hemos encontrado a la gente extraordinaria, muy humilde pero de lo más generosa y humana.
Después de cuatro días en este pequeño paraíso ponemos rumbo de nuevo a tierra firme y abandonamos esta agradable isla.







Un poco de pescado fresco para cenar.


07 de febrero de 2018
Cox's Bazar


La playa más larga natural del mundo. No esperamos la primera maravilla del mundo, ni una playa tipo Caribe, pero para nuestra sorpresa la playa de Cox's Bazar no está mal para los estándares de Bangladesh.

Tras una semana frenética necesitamos parar el ritmo y simplemente relajarnos, y Cox's Bazar es una buena opción.










05 de febrero de 2018
Chittagong

El día empieza de madrugada. Son las 4.30 de la mañana y caminamos en la penumbra por las solitarias calles de Barisal hacia el embarcadero. Esta vez no queremos perder el barco. El viaje transcurre tranquilo por el inmenso río que más que un río parece el mar. La densa niebla nos impide ver el paisaje, y tras cuatro horas el barco nos deja en un pueblo de impronunciable nombre para desde allí tomar un bus hasta Chittagong.








03 de febrero de 2018
Barisal

Otra ciudad polvorienta pero rebosante de vida nos espera. Los bazares y el embarcadero son el centro neurálgico, donde sentarse cinco minutos es ver pasar una vida entera de diversidad de acontecimientos.




No sé ni cómo me atreví a tocar este pedazo cocodrilo.







Un pequeño imprevisto nos obliga a quedarnos un día más en Barisal. Nuestra intención era coger el único barco,  que sale a las 7 de la mañana para llegar hasta Chittagong, pero al llegar al embarcadero nos dicen que el barco ha partido ya. Ante nuestra sorpresa le explicamos varía veces que cómo puede ser si quedan 15 minutos para las siete, pensando que habría alguna confusión, pero tras unos minutos de incertidumbre el hombre nos enseña su reloj, son las 7.15, en Bangladesh es media hora más que en India, con lo cual hemos perdido el barco.

Siempre hay que tener recursos y tras el enfado inicial nos vamos a un pueblito cercano a ver el bazar y el embarcadero, algo que resultó todo un acierto.







01 de febrero de 2018
Khulna

Un nuevo país por descubrir.
Veremos qué nos depara.






3 comentarios:

  1. Intrépidos viajeros tenéis gran capacidad de adaptación,en situaciones difíciles. Saludos Luz

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  2. Fabuloso baile,te haces a todo con alegría. Jazmín.

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  3. Fabulosos vuestros viajes y como nos hacéis participar. M.M

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